Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20160810

Ese lugar conocido


Qué bien que sea de noche, que el viento sea esa oleada fría que entra por la ventana y hace elevarse la cortina blanca de encaje a flores. Está bien el cigarro que inútilmente humea en el cenicero lleno de colillas, los boleros sonando sin importancia como propicia música de fondo y la tenaz narración de Eduardo Galeano abriendo las heridas, haciendo las preguntas que vos nunca hiciste, dictando las respuestas que nunca tuviste. “¿Qué esperabas, ¿Qué te corriera atrás? ¿Qué te llamara a gritos?”.  Ese no es tu estilo, ya te imaginás implorando algo y te da risa, tenés un orgullos que es más grande que cualquier otra cosa, aún que el amor, porque si tenés que rogar a alguien significa que ese alguien no quiere nada de vos. Mejor te hacés a un lado, como siempre, y fingís un valeverguismo parco, un “estoy magníficamente bien”, una mirada por encima del hombro, una sonrisa de lado. Aunque terminés llorando cuando menos se lo esperan y tengás que andar explicando después que se te destemplaron los nervios, que se te vinieron encima los errores, te reís.“ O un perfil que se escapa, una voz adivinada entre otras cosas”.  Un perfil que contemplabas subir y bajar, aspirar y respirar, dormido e inconciente, despierta y esperando, oír al menos las mentiras de siempre, pero oír algo, no ese insondeable traqueteo de tu mente.“Que se equivocaría siempre”. Mil veces y otra vez caminando por la cuerda floja, imaginando que algo te pertenecía, rayando en la ingenuidad, tu terrible ingenuidad que enferma, que él te enseñó a derribar, a creer en tu cuerpo. “Deambulando desnuda por la región nochera de sus sueños”. Te enseñó a creer en vos misma, porqué no decirlo, a destruir los muros de ese candor hipócrita que quisieron, que ya no estabas segura para qué. Y fuiste e hiciste lo que el estadio más primitivo de tu conciencia te mandó, como dirían los sicoanalistas. Quién sabe porqué, como dirían los moralistas, si se enteraran, si fueran capaces de ver entre las líneas oblicuas de tu mirada. “Persistiría, persistiría”, mil veces. Otra vez llena de odio, ese lugar conocido que recorrés de memoria. “Y a veces late y a veces arde y a veces duele”.  Al cual regresas en cada paso, en cada noche, en cada cigarro, en cada canción –you float like a feather in a beautiful- que te cantaba, que te presagiaba aquella luna llena alumbrando escurridiza por los altos pinos de Montecristo junto a las fronteras de tu incomprensible felicidad, blanca y pasajera. “La necesidad de volver”. ¿A decir qué? A sentir tu inocencia como un animalito mudo y juguetón rondando los caminos de la inminente madurez que se abría paso, que querías capturar. “Como esto, nunca, nada. Y no volvió. Un país en demolición. Esperando”. Amando, aprendiendo, esperando, creciendo, esperando, aprendiendo, amando. Conociendo la vida de una manera inesperada, con aliento tibio y manos calientes. Obligándote a salir, a caminar, a corre por oportunidades, empujándote a crecer, a sonreír de veras, a iluminar tus ojos, a dar patadas, mordiscos, arañazos, a voltearle la cara de dos cachetadas. “Alzándola y aguantándola para que no se tropiece y caiga”. Tu árbol donde arrimarte. Aunque te advirtieran que amarlo era una batalla por los caminos de la desesperanza. El oportuno flash back en cámara automática: un click y vos acostada de bruces en la cama, él tirado en el piso como náufrago, diciendo sí te quiero y no me digás farsante, que no gano nada con decírtelo. Otro click y los dos parados de frente, recostados contra el marco de la puerta, él diciendo sí te quiero y vos contestando pero no de la manera que yo quisiera. Tercer click y vos sentada en la cama, él sorprendido, diciendo “shit” cuando se dio cuenta de que eras virgen. Miles de clicks, la misma historia. “Persistiría, persistiría”. Mil veces. Tomando pastillas para dormir, contando retazos de la historia a la sicóloga moralista que no entendía nada, asistiendo a misa los domingos, esperando, intentando cortarte las venas, logrando ser más fuerte que eso, logrando traspasar los límites de tu miedo y resurgir del modo que él te quiso. “I want  to have control, I want a perfect body, I want a perfect soul”.  Para entender que no era eso tampoco, que te acostumbraste a no esperar nada, a verlo venir de vez en cuando, transpirando su simpatía y sonrisa gentil, que aprendiste a callarte todo con tal de que estuviera.

Click

Los dos en el carro surcando las calles, él agarrando tu mano, diciéndote sos perfecta. “Para no sentirse obligado a esperar a nadie”

Click

“Por los ojos no le sale nada,  por la boca tampoco. No me gusta sufrir, no me gusta estar sola”.  Despertando en una realidad de brazos y piernas confundidas, él diciendo, podría ser tu noche de bodas y vos diciendo, pero no es, pero podría, pero no es. Y ese es el final que inauguró el principio. “Y lo convertimos en pasado cuando dejamos de llorar”

Y fuiste desde entonces la querida amiga perfecta, la que se busca porque no hace preguntas ni le gustan los dramas, la que aprendió a lanzar señales, a mentir como manera de vida, a transfigurar los poemas rosa, a herir a la gente y todavía reírles en la cara. “Y te odié mucho o quise odiarte, para que no me lastimaras”


Por eso está bien que sea de noche, que el viento sea esa oleada fría que entra por la ventana y hace elevarse la cortina blanca de encaje a flores, el cigarro apagado en el cenicero lleno de colillas, la música que ya no suena de fondo, la tenaz narración de Eduardo Galeano que concluiste.“La espalda de ella siente frío y él le sube el cierre de la blusa”. Final feliz. Menos para vos, que tenés que verlo voltearse, mientras sabes que en alguna parte alguien lo espera, mientras te dice que se siente responsable de que te hayás acostado con Mario, porque si nada hubiera pasado entre ustedes todavía seguirías conservando tu inocencia como un animalito mudo y juguetón.

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