Cómo verá ya cumplí todos los
requisitos de los pasos anteriores. Realmente, fue bastante rápido. Los señores
de las túnicas blancas pues nos iban dividiendo en varias columnas de almas y a
mí inmediatamente me subieron a la primera nave. Por allá por la tierra, nos
pasan el dato de que son solo dos filas, pero aquí una ya se da cuenta de que
esto parece un aeropuerto en plena hora de llegada de conexiones y bancos de vuelo.
Claro, sin los aviones.
Mire pero la verdad, aunque la
primera nave en la que me subieron parecía una barca, debió ser algo así como
una arca de Noe especial, pues ahí veníamos varios. Éramos miles creo. Yo no
conocía a nadie y no pude hablar con ningún pasajero. Ahora que me acuerdo, porque
ya cada vez tengo menos recuerdos, nadie hablaba, pero nadie venía incómodo.
Fue un silencio que se instaló solo.
Esperaba ver a mi abuela, pero nada. Yo que iba ahí pues como pollo comprando
sin poder socializar.
Mire la verdad que uno cuando da el paso no cambia mucho,
me sigue siendo difícil abordar directamente a las personas, o almas de las
personas o espíritus. Bueno, el señor de túnica que me tocó me dijo que cuando
usted me pase para la otra orilla ya voy a saber cómo llamarles a mis
compañeros de viaje. ¿Usted me puede decir porque todo es tan oscuro? ¿No será
que me van a llevar donde el señor de las tentaciones y las pezuñas, verdad? Es
que mire por allá abajo, a uno este viajecillo se lo pintan muy primoroso, con
luces violetas y amarillas, cruzando prados primaverales hacia la luz. Pero yo aquí
lo veo todo muy azuloso y nublado y eso me pone en qué pensar o en
qué sentir. Mire señor, y esto que me pasa son sentimientos o
pensamientos. Es que esto de no tener
materia pues me hace dudar que son todas estas reflexiones.
Sí, lo siento, disculpe que lo entretenga. Sé que
debe ser un rollo, estar pasar y pasar gente que era despistada en la tierra y aquí
qué más.
Sí, el señor de la puerta romana, me explicó todo,
que aquí era mi última fase para tomar decisión al estilo humano. Que una vez
usted me cruce no hay marcha atrás, ni reencarnación ni nada, que aquí es
cuando algunos se devuelven. Pero cómo en los programas de concursos de la televisión,
uno aunque se gane el viaje no escoge a donde va ir a dar. Igual en la nueva
vida le toca construir iglús, cosechar coca o estudiar astrofísica ¿Usted
alguna vez ha visto televisión? Bueno no se pierde de mucho. Me preocupa un
poco cómo me voy a entretener, es que como no sé qué pasa, y yo me aburro muy pronto. Esto de andar por
campos o entre nubes con arpas se me hace
bastante festivo pero insuficiente para tenerlo de actividad personal
por la eternidad.
Sí, también sé que debo
apresurarme, que usted no está para charlas, es que ni siquiera nos
consideramos almas en tránsito; una vez aquí ya estamos en la otra dimensión de
alguna forma ya elegimos para donde vamos y qué no vamos a volver, solo quería
darle un poco de charla aunque sé que en sus funciones no se encuentra nada que
ver con sostener conversaciones con ánimas parlanchinas. Lo siento me he
excedido.
Solo una cosa más, sabe que aunque casi ya no los recuerdo, si
siento todo el amor junto. Ya no percibo dispersión, es una sola sensación de
gozo amplificada. Los he integrado en un solo amor, no los quiero uno por uno. Cuando di el paso,
los recordaba a cada uno con sus años y ropa de joven, ahora sé que esto que
siento es la luz. No es una luz como la
de la tierra, es la luz de tener todos los amores en una sola capa.
Bueno, a lo nuestro señor
Caronte, como decía el prospecto que me mostró el señor de la túnica que me
acomodó en la columna que me correspondía: aquí decido qué me llevo a la siguiente
estación. Por aquí le dejo la moneda.
Mire yo me llevo “Peor para el
Sol” de Joaquín Sabina, los libros de Lucía Etxebarría, unas cuantas novelas de
Bukowski, una de las de Ian Mcewan, que
no alcancé a leer y La Mujer Habitada Gioconda Belli, las tardes con mi perro,
dos tazas de café, una de café negro y otra con leche descremada. Ya sé que no puedo llevar muchos ítems, pero algún mérito
debo tener si he llegado a este punto tan rápido. No he terminado, y por último
me llevo el trago de periodista pobre: el cuba libre doble a precio de sencillo.
Y bien, cómo me dijeron que si no me
llevaba la ropa, tendría que irme desnuda, entonces me subo a su barca en
pelotas.
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