Llegó a casa mareado, a lo mejor porque de nuevo se le olvidó comer y terminó exhausto del juego de ceder a la insistencia de Elisa. ¿Será que el amor desamora? La idea de despertarse oliendo al champú de Elisa le parecía impensable, ¡guácala! (Ajá, con el tiempo se había agravado su aversión hacia las dinámicas de parejas, pero...)
Si Erica no está escuchando Edith Piaf con un trago en la mano, es que ya se durmió o que ha salido. Las luces apagadas eran una señal que esta vez no iba a exhalar su confusión en el costado de su roommate.
Encendió la luz, no más que como un reflejo simple para apoyar el acto de aventar el abrigo y las llaves y en eso sorprendió a Erica en el sofá, fumando. Que qué hubo, dijo tosiendo, con cara de culpable. Su rostro decía que estaba relajándose después de vino y marijuana - hubieras visto, Esteban, yo no sabía cómo iba a volver si apenas conocía a los que estaban... Esa noche vino alguien , al parecer, y con su discurso disonante de Tengo novia pero te quiero a ti...
Mejor me vine sola, decía la roommate, y ssí fue que terminé fumando en la oscuridad. Que qué bueno que Esteban había entrado, pues interrumpió el simil que se manifestaba entre Erica yMargot Tenenbaum.
La convivencia había sido solo cuestión de conveniencia y, esquivos de sus emociones, no hablaban a menudo de la complicidad que habían adquirido tras años de vivir juntos. Era tácito pero visible en cómo Esteban la empujaba del sofá y le quitaba cigarros, acompañándola con una mano cerca de sus piernas. Erica, ¿vos porqué le hacés caso o, mejor dicho, dejás que te ha leña esos tipos? Y "yo qué culpa tengo de que ustedes son imbéciles?" repetía ella, con elocuencia particular y olor a vino rosado, de ese que te hace daño en El estómago al día siguiente. Y tan relajada se sentía que le sacó a cucharadas su Historia, con H mayúscula con la exnovia. Elisa solo es un episodio menor dentro de la Gran Historia, infería la roommate, su alera fumadora. Elisa no existiera si no existiera el resentimiento y las dudas de qué hubiera pasado sí... Y así, en el análisis barato del que solían ser partícipes con chistes de Freud y Jung, Erica insistió en que Esteban debía dejar de ver a Elisa. Una profecía, solemne, un "Vos sabés, Esteban, que son mentiras tuyas eso de huirle a la intimidad. Si vos estuvieras en el estado en el que estoy, me dijeras Ay, Erica, todo lo que quiero es alguien con quien despertarme, la familiarididad de..." Y ya empieza el sueño a joder la dicción, ¿sí ves?
Esteban no quería aceptarlo, porque no entendía cómo dos personas estaban tan solas como él y Erica, quienes solían quejarse de problemas inexisten. Hoy se quejan de que las cosas son más complicadas de lo que parecen y añoran la sencillez que buscan en sus recuerdos idealizados. Ella se hubiera quedado con aquel exnovio, pero si no no estarían en el sofá dándole sentido al sábado en la noche llano e insostenible. Pero, mirá Esteban, nos hemos convertido en personas tan complicadas que hasta lo sencillo nos parece difícil. Y con un jalón de un pedazo de porro que levantaron de las cenizas, acordaron que la solución era retroceder en el tiempo y valorar la ausencia de complicaciones que existe cuando uno simplemente no ha pasado por los altos y bajos que perjudican nuestro disposición a amar.
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