Las tempestades tienen esa cualidad
macabra de dejarte atrapado allá donde te encuentren. Así que he debido
quedarme en este sofá y no ir a nuestra cita. Con toda honestidad, debo dejar
sentado que tu compañía nunca me ha
hecho ilusión, pero esas dos copas de vino ofertadas por vos, vía mensajería
digital, iban a ser una excelente excusa para tomarme unos minutos de descanso.
Con el aguacero de fondo y hundida en
este sofá, me he planteado seriamente en volver al informe. He dejado tal
pretensión, antes siquiera de mover un músculo para alcanzar el maletín de la
computadora. Mañana siempre será otro día y lo que ayer parecía debía
consumarse para garantizar perpetuidad de las almas, ahora es poco menos que un
archivo que debe ser llevado a la carpeta de los no me importa. Este
informe tiene madera de eso.
Pongo la tele. Algo que valga la pena
debe estar programado. No encuentro la razón de seguir pagando por el cable,
apenas y veo las noticias nacionales y algunos programas entre comida y comida.
He migrado a los dispositivos y a los
contenidos on demand. Sin embargo,
algo de norte existencial debe tener el
cable, la última frontera de los servicios análogos que todavía algunos
dinosaurios de los 90 nos negamos a abandonar del todo.
A bueno volvamos a vos. Sí a vos. Es en
serio que ya todo esta olvidado, a decir verdad esto hay que cubrirlo de un
manto de olvido.
No te voy a informar los verdaderos motivos por las cuales nunca más contesté tus mensajes. La razón fundamental por la que no voy a revelarte los motivos para autoeliminarme
de tus días es porque en el fondo del
cajón de mi alma quiero que sigas teniendo un poco de amor propio. En honor a
la verdad, es posible que exista tal cajón pero quién sabe alma. Es en serio,
detrás de mi y mis yuxtapuestos pragmatismos hay una gota de misericordia o de simple hastío.
Bueno, reafirmo que no puedo con las
demandas de pareja. Debo levantarme del sofá. Viene la seguidilla interminable
de comerciales, infomerciales de hierros forrados para adelgazar, fajas
incinerantes y artefactos para sacar zumos. Voy aprovechar estos preciosos
minutos para tomarme ese brebaje que la industria de los alimentos llama
“chocolate americano” que para todos los efectos no es más que azúcar
saborizada. Eso ya se sabe. Como también se sabe que el azúcar es cerebralmente
tan letal como la cocaína. No, momento; hay algo más letal todavía: las
relaciones de mala muerte.
Volvamos a la taza de chocolate. Este
será el mayor placer sensual de la noche. También está el tema de tus hermanos.
Realmente, Gustavo tu hermano mayor no va a dirigir ninguna revolución, así el
Ché Guevara tomara su cuerpo desde el más allá.
Tavo de lo que no quiere hacerse cargo es de la revolución que implica
pagar el kínder de tu sobrino, y por eso
anda manifestándose en contra de la privatización de la salud, a favor de la
conservación del nahuat, la erradicación de la minería metálica, la protección de la tortuga sideral y otras causas muy nobles y muy humanistas.
Me gustaría ver expresiones de esa nobleza con la Lupe tu cuñada a quien veo, y
no quisiera verla, haciendo cuentas como
quien reza el rosario en el pasillo de los granos básicos.
Luego viene Rodrigo. Mutis. Más mutis.
Sus actitudes fanfarronas a nadie le hacen gracia, ni su andar por la vida siempre de
bermudas, zapatillas y calcetas hasta las rodillas. Realmente tus padres
crearon un monstruo de la inutilidad y ahora tienen que bancárselo a el y a la compañera sentimental, a quién lo
primero que le vendría bien es un tinte en esas raíces del tamaño de la
carretera panamericana y, segundo parar de comprar saldo de móvil a todas horas.
Neto de veras no iba a pasar tres largas
horas de domingo confraternizando con esta comunidad. En síntesis, nada vale la pena que mueva mi
culo del sillón para verte y hacer un dating o un conocernos. Nada.
Pero ahora de veras, que el aburrimiento
amenazaba con convertirme en estatua de sal o de bilis, según sea como me ha
ido el día. Así que dos copas de vino con vos no pintaban tan mal. Bien es
sabido por mis amigos imaginarios que no me interesas en lo más mínimo pero que
insistes en llamar y en volver. He terminado la taza de chocolate.
Ha vuelto el programa y una pobre mujer
debe retirarse cuadras de pellejo de su estomago después de volver de una
existencia de obesidad mórbida y de haber perdido más de 150 libras de peso.
Bueno, la lluvia acaba de derribar el
20% del techo del cuarto de servicio. Hay un complot cósmico para no dejarme
vivir a gusto esta noche de sábado. Me muero de hambre y no tengo acá abajo las
chancletas. Voy a subir por las botas y a explorar.
Fabuloso. Corto circuito. ¿Quién va a venir en medio del fin del mundo a auxiliarme? No, Neto ni sueñes que te vas a convertir en mi salvador, prefiero naufragar a todo lo que da esta tempestad antes de que pensés que llamarte es una excusa baja para traerte a mi casa y a mi cama. Voy a bajar los térmicos y a quedarme a oscuras. No me gusta tanta oscuridad. Voy a subir los térmicos del segundo nivel.
Fabuloso. Corto circuito. ¿Quién va a venir en medio del fin del mundo a auxiliarme? No, Neto ni sueñes que te vas a convertir en mi salvador, prefiero naufragar a todo lo que da esta tempestad antes de que pensés que llamarte es una excusa baja para traerte a mi casa y a mi cama. Voy a bajar los térmicos y a quedarme a oscuras. No me gusta tanta oscuridad. Voy a subir los térmicos del segundo nivel.
A tientas camino en la oscuridad de la
primera planta y le doy una patada involuntaria a la taza que otrora conteniera
chocolate. Se rompe en varios pedazos. Algo bueno tenía que pasar: sí encienden
las luces de las gradas. El dormitorio ha cedido a la inundación; la mitad del
colchón está empapado. La cortina es un chirajo húmedo. Simplemente, voy a
acomodarme en la esquina seca y a ver si a la pobre del programa de cable ya le
extirparon todos los colgajos. Bien: el cable también funciona. Deben ser daños
parciales.
Mierda. Se han metido dos papalotas
enormes. Las voy a sacar solo por que no quiero que esas alimañas se posen en
mis ojos más tarde. Has vuelto a llamar, que sí estoy bien, estoy perfecta.
Quedamos para otro día. Imposible salir.
Me extiendo como boa hasta alcanzar la
gaveta de la piyama. No hay pijamas, debe
estar en la habitación de servicio siniestrada. Voy a dormir desnuda.
Oh, sorpresa; hay una camiseta promocional de sopa instantánea en la gaveta de
los calcetines. El monte de venus pernoctará aireándose. Siempre reptante, me
acerco al closet y bajo una frazada: esta tiesa. Mila olvido echarle Downy.
Dormiré con el culo lijado.
Me duermo por 15 minutos. En sueños
estaba en Ipanema y llevaba un balón de fútbol lleno de paletas michoacanas. Me
encontraba un niño albino que me decía
que eso no se vendía ahí. Yo veía a tres mulatos que tomaban piñas coladas en
un chiringuitos y yo me enfurecía fuertemente por que no tomaban caipiriña y acto
seguido me invitaban a una caipirirña.
Garota, eh garota me decía el mas feo.
Abro los ojos y el sonido inconfundible
de los guecos se hace sentir como si los bichos fueran del tamaño del Lagarto Juacho.
A veces no basta con la noche. Vuelvo a
dormir y estoy otra vez en Río.
Relato inspirado en la canción La Muchacha de Ipanema
Fotografía de culturacolectiva.com