Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20170117

Cambio de nombre


Relato inspirado en
Wrong de Depeche Mode



Se buscó en su letra a mano escrita hace tiempo, nerviosa en notas arrugadas y amarillas dentro de cajones polvosos. Revisó libros, versos y páginas sueltas hasta agotarse y aburrirse. Se leyó a sí misma y no se reconoció: estúpida y falta de palabras demasiado joven para pensar en las consecuencias de vaciarse en un papel. Se buscó en sus letras y no se encontró.


Cantó con los labios cerrados, oyendo susurros de otros tiempos. Siguió deseando oír su nombre de nuevo en aquellos labios y esperó en vano recuperar el Do Mayor que solía cantar a dúo. Se buscó en la melodía de canciones antiguas, sentimental y vana como era. Su garganta intentó acoplarse a nuevas notas y no salió más que un chillido sordo, sin tono. Ya no tenía la misma voz ni cantaba con el mismo aire. Se buscó en la canción ridícula que llenaba sus días soleados y no se encontró.


Se buscó entre las piernas del otro, en caricias silenciosas y en un cuarto a oscuras, en las sábanas cómplices que escuchaban y tocaban todo. Intentó verse en el otro rostro, en esas sonrisas recíprocas y guiños traviesos. Se buscó en sus recuerdos y no se encontró.


Caminó kilómetros bajo un sol furioso con la esperanza de encontrarse un nido. Dejó atrás la casa del pasillo grande con pilares y un jardín salvaje donde una montaña de grava era una tumba de soldado en su imaginación, la cocina con el mirto encerrado en cemento, los pisos de azulejo colonial y la verja de hierro forjado que llevaba al ático lleno de murciélagos presentes en sus pesadillas. Solo quedaban ruinas. Se buscó en la casa olvidada y no se encontró.


Fue a cavar en su furia, a buscarse en los ahogos de cólera, en el calor del disgusto recién reventado que le empezaba desde el estómago y le terminaba en forma líquida bajo los ojos, en la rabia que le trenzaba las entrañas y le cerraba la vista, en los monólogos de asco estrellándose en su cabeza. Se buscó en sus peores momentos y no se encontró.



Y se miró al espejo, buscando arrugas y canas. Encontró huellas de risas en los surcos de su cara y valor en las estrías de su piel. En los hilos blancos de su pelo vio horas, minutos y días de pláticas sin fondo que le terminaban confirmando que ya no estaba allí. El reflejo le devolvió una fugaz mirada a la que había sido hace poco y nada más. Se buscó en su imagen y no se encontró.


Suspiró, rendida. ¿No estaba en ninguna parte? La pregunta le pareció absurda. Tenía que estar en algún lado porque sabía que allí estaba, contenida en su piel sin saberse ver. Cerró los ojos y entre las sombras escuchó el Do de pecho, vio los murciélagos, las notas, las iras coloradas, la silueta caminando hacia ella, el mirto, la montaña de grava y el marco brillante con su cara viéndola. Allí estaba todo, incluso la antigua Ella, a quien tanto buscaba. Había buscado siempre en el lugar equivocado.






1 comentario:

  1. Qué jodido es perderse de vista, pero qué bueno es darse cuenta cuando pasa. No siempre es malo, sobre todo cuando el reencuentro es así, de una forma tan simple y poderosa. Siempre es refrescante leerte, es difícil no sentirse retratado en alguna parte de tus textos.

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