Relato basado en "Magic" de Coldplay
Gerardo es un cipote cualquiera, es hermano de otros cipotes, está en esa edad en la que no se es niño, ni adulto, aunque le falta poco para llegar a los 20, pareciera que está instalado cómodamente en una adolescencia placentera y sin preocupaciones. Gerardo tiene un papá... vive con él... también tiene una mamá. De ella no habla mucho.
Gerardo es un cipote cualquiera, es hermano de otros cipotes, está en esa edad en la que no se es niño, ni adulto, aunque le falta poco para llegar a los 20, pareciera que está instalado cómodamente en una adolescencia placentera y sin preocupaciones. Gerardo tiene un papá... vive con él... también tiene una mamá. De ella no habla mucho.
Gerardo estudia, no sabe para qué, pero sabe que tiene que estudiar... o trabajar... no está muy seguro de muchas cosas, ve su entorno y aunque no vive donde asustan, bien sabe que nadie está seguro en un país como este. Gerardo piensa mucho, mucho más de lo que en realidad sospechamos.
Gerardo tiene una salud de hierro, huesos largos y aunque es flaco, se nota que es fuerte, jamás ha sacado esa fuerza... es una especie de virginidad rara en los hombres, jamás se ha defendido a trompones, sabe que ganaría a varios. Pero él es así... tranquilo, así dicen sus hermanas. Gerardo las ve de reojo y sabe perfectamente que podría dar de trompones a más de algún patán si les hiciera daño. Jamás lo ha dicho. Solo lo sabe.
Gerardo, para terminar, está enamorado. Ella tiene dos años menos que él y aún no comprende qué es lo que tanto le llama la atención, no es una cipota bella, es simplemente que lleva con elegancia una tristeza que ni él mismo entiende. Gerardo que es tan serio le dan ganas de sonreír cuando ve que un mensaje de ella ha llegado a su celular. Gerardo sabe que ya se jodió.
Un día leyó que el chocolate aleja las penas. Es tan tímido el pobre, que jamás le ha preguntado a la muchacha que tanto le gusta por qué llora, por qué siempre está triste, por qué le cuesta tanto respirar. Pensó que era buena idea darle un chocolate. Gerardo nunca la ha besado, solo se imagina el sabor del chocolate en sus labios y algo mágico lo hace estremecer.
Como buen hijo de dominio, no tiene mucha plata, ahorra cada centavo que puede del pasaje del bus, no compra cigarros las siguientes dos semanas, esos que fuma a escondidas de su papá, pone poquito saldo en el cel, solo para alguna llamada ocasional a ella... no falta mucho para llegar al objetivo. Toma valor un día y le pide los $5 que le faltan a su papá y él se los da.
Al día siguiente, al regreso del instituto pasa a metro, se mete a Shaw's, escoge primorosamente los chocolates que le parecen los mejores, la señorita que lo atiende va poniendo cada bolita negra en una caja dorada. Gerardo supervisa con la mirada inquisitiva el viaje de cada chocolate al nuevo aposento. Le parece que ella se merece los mejores chocolates. En realidad no sabe si le gustarán, ni siquiera le ha preguntado eso. Muchas cosas no le ha preguntado, porque en realidad más que preguntas, lo que tiene él para ella son nubes, música y tonteras para reís... aunque él sea el "serio" de su familia. Sabe que algo cambió la vez que ella se detuvo en la parada de buses en la entrada de su pasaje y le dijo "hola", cuando él en el acto más valiente de su vida le dijo un "buenos días" desabrido.Un par de encuentros en la parada de buses y se intercambiaron los números telefónicos
Gerardo está sentado en la acera, lentamente se come uno a uno los chocolates que le ha comprado. No llora, es raro eso de llorar, más a su edad, pero aún así no puede ignorar la bárbara herida que siente en el pecho. Todo, como todo amor de adolescencia, ha terminado demasidado rápido.
Aquella tarde se puso su mejor camisa, se perfumó... por supuesto con el perfume de su papá... y agarró la caja de chocolates, la llevaba con la delicadeza con la que se carga a un gatito, con la rudeza de llevar un arma certera.
Ella no estaba. La casa estaba deshabitada, su teléfono suena y suena y no es contestado. Ha desaparecido. Gerardo no comprende qué ha sucedido. Ella no contesta su teléfono
Gerardo lo sabe, está jodido. A Gerardo, no le gustan los chocolates.
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