A Darkside
Porque nunca hay nada escrito
Relato inspirado en Papel Trails de Darkside.
Entró al cuarto, estaba oscuro... en realidad ella sabía que le parecía oscuro porque venía de la luz y entrar a la oscuridad es solo el reencuentro con lo desconocido. Sabía bien lo que hacía, tenía miedo y a la vez no.
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¿Qué es sentir miedo? Siempre supe ser fuerte, me enseñaron a ser valiente. No se me permitieron las lágrimas. Fui de hierro.
¿Qué es sentir miedo? ¿qué hay en el acelerado palpitar de mi corazón? ¿por qué se desliza este frío sudor en el cuenco de mi espalda?
¿Qué es sentir miedo? Esto que es indiscriptible y que se aloja a mi costado izquierdo del pecho.
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La tiniebla la envolvió, sus ojos se reajustaron al nuevo tono de las cosas, incluso sintió el leve cambio de temperatura, el cuarto estaba tibio. Escuchó sus pasos y la repetición de estos... el cuarto tenía una caja de sorpresas que incluía un eco.
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Las instrucciones fueron claras, "no lleves nada". Obedecí, dejé mi armamento en casa y emprendí el viaje. Fueron 8 horas, tuve que cruzar el país practicamente, es una ventaja vivir en un país tan pequeño. No dije mi destino a nadie. Si muero tardarán varios días en saberlo. Es lo malo de desaparecer por temporadas. Nadie se extrañaría de mi ausencia.
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Barrió la habitación con la mirada, como le enseñaron desde niña, ubicó las cosas importantes: una mesa, un armario antiguo y pesado, la puerta de un baño entreabiera, por la que entraba el único halo de luz que le ayudaba a ubicarse en la habitación, una cama amplia. Estaba tan cansada por el viaje que inició en la madrugada de aquel día que tuvo el instinto de tocarla.
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Qué difícil es empezar todo de nuevo. Creo que me he desacostumbrado a una vida real desde hace tiempo, porque lo que menos tengo es tiempo. No debo quejarme, me han entrenado para eso, para siempre trabajar, para siempre velar por la seguridad de otros, para ser fuerte, no para reiniciar mi vida.
Qué difícil es empezar todo de nuevo.
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Caminó hacia la cama, a la vez que se quitó la camisa, la dejó caer a su lado, su piel reaccionó ante la sensación térmica, se sacó los zapatos, unos viejos tenis que eran cómodos no tanto por su marca, sino por el uso. Siempre encontró tranquilidad en los breves momentos en los que podía andar solo en jeans y el torso desnudo en casa. Amaba estar descalza.
Cuando llegó a la orilla de la cama lo sintió. Unos brazos la estrecharon por atrás, ella no lo vio venir. Su leve reacción de instinto de autodefesna encontró la firmeza y delicadeza de un susurro... "calma, soy yo".
Sintió los labios de donde venía el susurro posarse sobre su hombro derecho e iniciar el recorrido lento hacia su cuello. Sintió que tenía un bigote de puntas recotadas, se estremeció en el recorrido que le pareció eterno, cuando llegó a la base de la nuca volvió a escucharlo, "te estuve esperando", ella cerró los ojos y en ese instante fue conciente del peso de aquellas manos que habían hecho el recorrido exacto hasta posarse en sus caderas.
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No importa el largo recorrido, al fin había llegado, pensó él.
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No supo en qué momento sucedió, pero de pronto se dio cuenta, sus pies no tocaban el suelo. Supo que así sería siempre... no importaba si ese "siempre" durara unas horas, unos días, unos meses o unos años. "Siempre".
Nunca habría nada bajo sus pies a su lado, nunca firmarían un papel, nunca nada quedaría por escrito. "No importa" pensó mientras sintió el oleaje de su propia sangre llegando a sus mejillas y orejas.
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