“Está bien. Las dejaré salir pero nada encontrarán, solo el vacío.”
Con paciencia y diligencia abrió las 8 ventanas de cristal teñido de todos los colores por imaginar, elaborado por todos los artesanos de todos los mundos que habían existido y habrían de existir.
Una por una salieron flotando en una especie de bruma incolora. Como fantasmas se desplazaron las ochenta y cuatro mil Penumbras a través de la vastedad del espacio para encontrar exactamente nada. Ni un sonido, ni un suspiro, ni una emoción para alimentarse y fabricar fantasías o ficción. Eleonor tenía razón: nada había para ellas allá afuera. Nada, solamente un espacio infinito sin tiempos ni dimensión.
Por ocho mil trescientos cincuenta y seis milenios vagaron en necedad buscando esquinas, buscando rincones, buscando corazones dónde habitar pero fue todo vanidad. En el espacio ya no se encerraba, ni se emitían sombras ya. El mundo, de Penumbras, no necesitaba más.
Con paciencia y diligencia abrió las 8 ventanas de cristal teñido de todos los colores por imaginar, elaborado por todos los artesanos de todos los mundos que habían existido y habrían de existir.
Una por una salieron flotando en una especie de bruma incolora. Como fantasmas se desplazaron las ochenta y cuatro mil Penumbras a través de la vastedad del espacio para encontrar exactamente nada. Ni un sonido, ni un suspiro, ni una emoción para alimentarse y fabricar fantasías o ficción. Eleonor tenía razón: nada había para ellas allá afuera. Nada, solamente un espacio infinito sin tiempos ni dimensión.
Por ocho mil trescientos cincuenta y seis milenios vagaron en necedad buscando esquinas, buscando rincones, buscando corazones dónde habitar pero fue todo vanidad. En el espacio ya no se encerraba, ni se emitían sombras ya. El mundo, de Penumbras, no necesitaba más.
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NGB.DA20150602
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