Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20140506

Douleur exquise

Suena a cliché decir que uno se puede hacerse adicto al dolor, algo casi igual de trillado que aquella frase de "todo pasa por algo". Cliché o no, es posible entretener una relación masoquista con el abuso, como con otros vicios.

Audrey trabajaba en una boutique sobre la Rue des Archives, ubicada estratégicamente entre Hôtel de Ville y Le Marais. Vendía cosas chic, como para sentir que ella también pertenecía al estrato social alto que beneficia de todo lo que París puede ofrecer. Era una de sus habitudes o costumbres, fingir que todo estaba bien, mezclándose de 10 a 5 con la atmósfera distinguida y alternativa parisina. Había construido suficientes costumbres, acciones de su día a día que funcionaban como déjà-vus entrecocidos.


Primero, era levantarse, de lunes a viernes. Se obligaba a hacerlo, eso de salirse de la cama a una hora estable; no como cuando era estudiante y podía fundirse en el colchón y apagar la alarma. Sin el trabajo en la boutique no podría seguir adelante; debía siempre hacer el esfuerzo contra sus predisposiciones haraganas y salirse. Salirse y obligarse a despertar con agua fría, y abrigarse, la mayor parte del año; bajar de su edificio número 89 Rue de la République, pasar comprando café y croissant, llegar a abrir y cumplir su función de vendedora/cajera de estilo y je-ne-sais-quoi, en su papel de que de verdad le importaba. Mientras parecía ser simplemente frívola, producto enlatado de lo moderno y de moda, con esa herencia cultural típicamente rica en arte y música que se refleja en la estética parisina mundana, en realidad sólo era apatía. Todos los días, el déjà-vu apático por debajo de su trabajo irrelevante. Y cuando se fumaba un cigarro, fuera de la tienda, en sus ratitos libres, sólo se hundía en la indiferencia que todo le provocaba, entre semanas.

Saliendo del métro con la baguette debajo del brazo, llegaba a su apartamento, y buscaba entretenimiento en la Tele vieja, como esa caja de la telefonía venía con Interenet y cable; y comía alguna cosa sin esfuerzo, y a veces había vino. Variaban más sus costumbres por las noches, como si lo oscuro extendiera aún más su privacidad y le abriera paso a los baños largos con agua caliente, la lectura acompañada de tabaco. A veces se le ocurría incluir a un gato en este escenario, pero se contentaba con poner música. Se entretenía con ella misma, y con su sensualidad y apetito sexual, algo que su apatía no había logrado quebrar.

Los fines de semana, se despertaban un poco los lazos sociales que se adormecían con las rutinas que manejaban las semanas y separaban a los unos de los otros. A veces, de hecho, empezaban los jueves; y para los que eran como Audrey que trabajan los sábados, eso significaba dos días de resaca que se intensificada con el pasar del tiempo. La desagradable sensación pos-fiesta denominada gueule de bois habitaba en su aliento los viernes y los sábados, y resonaba su cabeza con los golpes de una migraña, a veces con náuseas. Esto era producto de hacer lo que más le gustaba, producto de ese afán por embriagar a su mente y a su cuerpo. Le permitía salir de la casilla en la que ella se había metido, sin realmente saber porqué, como pasa cuando sólo te dejas llevar por la impresión de lo que supone que hagás. Cuando salía, podía reír y aflojar su estricto apego a la desilusión.

Se perdía, a menudo, en la delgada línea entre el placer y el dolor. Pasaba el fin de semana, y se pronunciaba de nuevo la desesperación ahogada. Y dolía aún más cuando eran fines de semana con él o con ellos. Ambos lados de la moneda le hacían daño, tanto ser utilizada de nuevo por el que le mueve el piso pero no puede estar con ella, como desligarse de él en los brazos de otro, por el placer de ser deseada en sábanas teñidas por eau-de-toilette de él, su cuerpo petite trasladado por las manos de él, o de ellos. ¿Valdrá la pena vivir en los extremos? La douleur exquise es un ancla dolorosa, que a Audrey le pesa menos que la levedad de sus días.

Inspirado en "Déjà-Vu" - Gustavo Cerrati
Abril-mayo 2014 

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