Mañana era lunes y el pasillo se
abría con su completa alfombra arabesca de lado a lado, de principio a fin. El
pasillo más largo que habrías visto en tu vida. Tu vida colgando del hilo de la
incertidumbre, la emoción, el miedo, la emoción otra vez, el paso que no
querías dar, el paso que no querías comenzar, el paso con todas sus
consecuencias.
El paso detenido, mirando puertas a un lado y al otro, puertas y
más puertas y el final, el final lejano, más lejos que cualquier pensamiento o
cualquier evidencia o cualquier emoción que no podría describirse en ese
momento.
El primer paso que dabas y luego del cual volvías a detenerte y
volvías al punto de partida, al punto de inicio, el principio, todo en lo que
te ibas a convertir, pero no poder impedir dar el siguiente, mover un pie delante
del otro, sintiendo apenas la blandura de la alfombra, la suavidad de todos los
momentos que ni siquiera podían adivinarse, que ibas a temblar ante el momento
que ya no serían dos, sino uno, debatiéndose en la lucha de brazos y manos
confundidos, de todo lo que seguramente querrían alcanzar, que iban a vaciarse
en sí mismos para volverse a llenar, que los vestidos, pantalones, calcetines,
blusas, zapatos iban a volar, que las luces iban a apagarse tantas y tantas
veces, que el tiempo no iba a alcanzar para decirse, para contarse, para
mirarse, para hacer planes, para volverse eternos en un segundo, que las canciones nunca iban a
terminar y que cuando terminaran iban a volver a empezar, que las dudas iban a
ser pequeñas y las soledades grandes, que los incentivos nunca iban a alcanzar para tantos recuerdos felices
otro paso
y saber que nada podía
detenerse ya, saber las consecuencias, preguntar las consecuencias, mirarse en
un espejo, volverse a mirar, saberse otra persona, saberse otras personas, las
que no podrían ser más que allí, saber que allí podría decirse todo, contarse
todo, ser como quisieran, envolverse en sábanas si así lo quisieran, bailar y
brincar, convertir el mundo en algo que de alguna otra manera no podía ser, mirar
el cielo de otra forma, hacer de una historia toda la mierda capaz que podía
ser una historia, y seguir a pesar de eso, seguir caminando y sintiendo y no
pensando y caminando y caminando, en tardes que querrías que no terminaran
nunca, tardes que afuera no existirían, en cosas que eran irremediables y en sonrisas y promesas y palabras, otra vez palabras, palabras largas como presagios, palabras tiernas como nubes y seguir caminando, caminando, caminando, y mediodías llenos de sol y todo lo que no debería ser pero
-sin remedio- sería, y tantos adioses y buenas noches y buenos días, la certeza única
de que algún día tendría que terminar, la certeza de noches y de labios y de
abrazos, de tantos vinos compartidos de tanta cerveza derramada, la certeza la única e inevitable, la seguridad de saber que no se pertenece, de que todo es un oasis, un
abismo, un lugar en donde caer cuando sea necesario, otro paso y un te quiero, otro paso y otro te quiero también, y perderse, perderse en un infinito de ideas y
silencios, de palabras otra vez que era lo único que podría quedar, de palabras
que iban y venían, de canciones dándole sentido a todo, de amor te digo amor y
suena diferente y saber que no, que nunca podría sonar diferente porque era
mentira, porque era un espejismo, un espejo en donde reflejarse, en donde
encontrar la verdadera imagen, la imagen desde hace años perdida, la imagen que
se quedo atrás, otro paso y que de repente el mundo solo fuera eso,
nada mas que eso, la cadencia de unas cuantas horas de ser lo que que se hubiera querido, y las putas y malditas canciones sonando siempre de fondo, como un
fondo interminable lleno de promesas que de repente comenzaban a desbaratarse, de estar contigo es estar presente en el fin del mundo, que comenzaban a ser de
verdad el fin del mundo, el fin de un mundo para el que nadie puede estar
preparado, el fin de un mundo, que por alguna extraña razón, llegó a ser todo el
mundo, toda la vida, todo lo que podría ser, y las luces que eran y no, y las vidas
que eran y no y las mentiras que de alguna manera comenzaban a dolerse, las
vidas que nunca podrían ser, las horas que se iban terminando, los adioses que
comenzaban a ser presagios, los adioses, ahora más largos, convertidos en todo
lo que nunca podría explicarse, lo que nunca podría podría tener
sentido, la vida que era, que empezaba a ser lo que fue, los adioses adivinados
y pequeños, las navidades, las fiestas, adioses otra vez, escaramuzas y otro paso, y un nos merecemos más que esto, y
las puertas a ambos lados, puertas encerrando historias, historias escondidas o
de mentiras, historias que de alguna manera siempre llegan al final y las
promesas de quererse igual toda la vida, las promesas de ser los mismos para
siempre aunque pasen los años,
todo va
despacio y los pasos nunca llegan a terminar
los pasos
que no se escuchan en una alfombra que no tiene fin, en un pasillo que no tiene
fin, decir que muchas cosas cambian con el tiempo, pensar que muchas cosas
cambian con el tiempo, pero que nada va a cambiar que el amor el cariño o como pueda
llamarse, nunca va a cambiar, que el tiempo los años, son una mentira, y los
finales perfilándose como verdades, dulces y cariñosos, como un final de temporada, como un to be continue, porque seguramente serán más grandes que eso, eso van a pensar cuando el final
sea una certeza
y alguien
seguramente no va a poder respirar
la
respiración como el único signo de vida
de la
vida que termina con cada historia
seguir
caminando, llegar al final, pararse frente a la puerta y mirar
el número, el número que se borra como la única verdad posible, y volverse sobre los pasos, porque la persona que está allí
dentro, no está inquieta, no se come las uñas, no mira la hora cada tres o cuatro segundos, no revisa si hay suficiente hielo para servirse una buena docena de tragos, porque la persona que está allí dentro no espera a nadie, es el irremediable personaje de otra historia.
Y el pasillo se abre paso con su completa alfombra arabesca de lado a lado, de fin a principio.
Mañana era lunes y ya es pasado, quedó atrás.
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