Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20141015

Así, de nuevo

(Relato inspirado en "Luz de día" - Enanitos Verdes)

Los que conocían la historia, sabían que él había dejado una huella imborrable. Y eso que nadie conoce la historia, que es de quien la cuenta. Esas fueron las palabras que tomó prestadas de la canción de Enanitos Verdes, "Luz de día"; antes de cambiarla por "Tu cárcel, la que me hacía llorar desde mi Sony Discman... pero, bueno, enfín...) Recuerda la carta que decía "Pase lo que pase, no-sé-qué, no-sé-cuantos, has dejado una huella que nadie va a poder borrar" pero no lograba reconocerse en esa voz de quince años.

Los que no conocían la historia, se podrían imaginar que se trataba de aquel primer amor que te coge por sorpresa cuando estás joven, de la aventura y el morbo de lo imposible. El tenía 18, ella 15, y hablaban y salían, y pasaron a besarse y a esconderse. Con cuidado, sí, que nadie se diera de cuenta de lo que ella a penas y entendía que estaba sucediendo. Se escondían en las sombras de la Candelaria.

Años los separaban y en el paladar de Cristina estaba esa huella, sabor imborrable. Años pasaban y los momentos contados en los que se encontraban en Bogotá, los espacios que los acogieron y que ninguno puede negar, se distinguían porque despertaban ese sabor a que no tienen ya nada en común.

-- ¿Qué más?

Una pregunta tan sencilla, hecha tan al aire, llena de su sensibilidad.

Lo que nadie sabía era el rencor que Cristina no podía soltar, incapaz de olvidarlo. El tenía ahora 26, ella 23. 10 años han pasado y ella no ha olvidado su ingenuidad, la desigualdad, la mala experiencia, la frialdad de sus ¿Qué más?, cada año, recalcando el error de su inexperiencia, pues no llegan más lejos. ¿Habrá más detrás de eso?

Falta que se sienten a averiguarlo, como cuando los juntaron. Bebieron y bailaron, una noche en Andrés. ¿Porqué reían tanto? ¿Acaso no habían perdido ya la superficie que tenían en común? ¿Qué va a pasar?

Llegando a su apartamento, estaban solos, y Cristina reconocía de manera más y más clara cuanto le gustaba su compañía. Dejaban de importar las diferencias en puntos de vistos, el vacío que los uno, el rencor y la sensación de deuda... a medida crecían el placer, el goce. De algo tan nocivo que comprometió aquella vez a sus sentidos y a su razón, ella estaba sacando placer. El placer que persiguió a los 15 años, el placer que le habían prometido los patrones que la rodeaban.

Las sombras de la Candelaria los abrazaban mientras él la besaba, ella que lo perdonaba a medida la besa. Quería, quería, lo quería, no se quería, podía. ¿Qué iba a contar él, a su regreso? ¿Qué van a decir cuando regrese? Con cuidado, que van a despertar a la abuela, y la hermana tampoco puede saber. Así, con la fuerza que le agarra las piernas, así, de nuevo; ya no importa.

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