Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20150113

Mentiras

relato inspirado en "Jeremy" de Pearl Jam 

–¿Me vas a apoyar siempre?–lo dijo con una sonrisa de lado que escondía felicidad.
–¿Qué querés decir?
– A las madres hay que apoyarlas siempre. Yo a mi mamá la apoyé, pese todo lo que hacía.
–¿Qué pasa, mami?
– Nada. Solo que ahora que ustedes ya están más grandes, es diferente todo. Y si decido divorciarme de tu papá, quiero que me apoyen.
–¿Sí? ¿Apoyo para qué, exactamente?
– Que estén de mi lado. Ustedes son mis hijas, chís; y nana solo hay una. No sabés, Laura, por lo que he pasado, lo que he aguantado. Si yo por ustedes he seguido. Pero, ya están grandes.


Laura veía su comida, sin saber qué pensar, o qué responder. ¿Qué la llevó exactamente a decir esto? De todas las personas, no esperaba esto de su madre… hasta que empezó a atar cabos y contempló la posibilidad de que hayan razones legítimas para divorciarse después de 25 años y de las cuales Ester, madre de 4, debía hacerse responsable. Todo estaba pasando muy rápido, y no iba por un buen camino.

–Vas a ser un desastre cuando todo termine, mamá.–dijo Laura, mordiéndose los dientes y aguantándose las lágrimas de cólera.
– Ya voy a ver qué hacer. He trabajado mucho en este matrimonio, y me lo tienen que reconocer. No digás eso, ¿oíste Laura? Que todo lo que hago es por ustedes. Lo que se hace en un matrimonio termina siendo de las hijas.
– Adiós, má. Yo no tengo nada que ver aquí. Es entre vos, mi papá y un abogado, si mucho.
– No te pongás así, Laura. Y no me hablés así, tampoco. Soy tu nana.

Laura se terminó lo que le quedaba de su té helado en un solo trago, tragándose más de su cólera. Dejó a su madre con la cuenta, ahí que ella vea qué hace, pero ¿cómo era posible que esta señora estuviera cometiendo las acciones mismas que tanto le prohibía a Laura? ¿De qué sirve, entonces, la presión por actuar correctamente y así reprimir los impulsos adolescentes? Los castigos en vano por errores pequeños que Laura cometió sin encontrarse jamás en medio de los compromisos y promesas como las de un matrimonio.


Las cervezas y las pláticas amenas con Javier y Marisol ayudaron a Laura a poner todo detrás, casi que como si nada hubiese pasado. ¿Qué importa, cuando están recordando esos incidentes incómodos con los profesores del colegio? Cómo la vez que el profe de historia los calló a todos y, a punto de exclamar el regaño, se resbaló y cayó de cara frente al salón entero, y....

Laura siguió tomando y riendo, desde que se acercaron a la mesa Gabriel y Carlos, la compañía original de Laura sabían que la iban a perder. Se separaron, puesto que Laura cedió a la tentación de otra noche con Gabriel, con quien todavía jugaban a que no eran nada. El alcohol alborota las palabras, y daba paso para confesiones tropezadas como “Yo sí te quiero cuidar…” u otras cosas que pierden su significado en el contexto de humo, brazos y la música de la discoteca.

Eran las 3 de la madrugada cuando al final Laura contestó su celular. Era su madre, que había insistido y dejado 13 llamadas perdidas. Que adonde estaba, que si ya vio que horas, eran, que con quien estaba, si no era Javier el amigo que la fue a traer en un prinicipio.

–Sos una farsante, mentirosa– escuchó de un lado del teléfono, una frase que hizo que Laura dejara disimular su borrachera y tartamudeara que la farsante no era ella.

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