Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20131125

Clases de Manejo (Copy of A...)


Me prometí que no seguiría sus pasos; pero las palabras y las promesas no tienen sentido cuando la mente parece olvidar tan fácilmente. ¿La memoria? Sí, la mía.

No quiero encontrar excusas, sin embargo me resulta demasiado obvio seguir lo incomprensible, pues no existe marco de referencia que pueda usar; y al mismo tiempo puedo darme cuenta que si tal marco existiera, también haría lo incomprensible, pues es más opción equivocarse con algo nuevo que equivocarse con viejos patrones.

No tengo ni idea de qué hacer, si continuar o regresar. Si continuar o deternerme y comenzar de nuevo. Es raro esto de tomar desiciones, todavía no me acostumbro. Me recuerda a la época en que estaba aprendiendo a manejar, donde me resultaba difícil decidir qué calle tomar, porque no conocía otro camino, mi único marco de referencia era ese camino que tomaba el colectivo, y que no siempre me dejaba donde yo quería, ni cuando yo quería. Subirme a un vehículo y comenzar a decidir por donde ir me resultaba un poco confuso, el miedo al error, a tomar la ruta más larga y consumir más combustible por el tráfico hacía que dudara más aún. Titubué mucho tiempo, rodé por las mismas calles muchas veces. Entonces un buen día, me prometí no seguir sus pasos: no seguir el camino del colectivo y encontrar rutas alternas hacia donde yo quisiera llegar. 

El temblor de piernas y de manos al andar por nuevos caminos, de día, bajo lluvia o en la oscuridad era emocionante y preocupante al mismo tiempo. Un movimiento en falso y podía perder el control y no frenar a tiempo; un pequeño error como ese puede costarte la vida; y peor aún, la vida de alguien más.


Me prometí no equivocarme en el proceso, hacerlo bien, conducir y llegar siempre a donde yo quería en el tiempo que yo quería; y si me equivocaba, entonces encontraría nuevas calles, nuevas salidas para evitar el embotellamiento, para evitar esa semáforo que sabés que siempre se tarda más de la cuenta; incluso regresar siempre es una opción cuando el camino delante está obstruído.

Eso es lo divertido de manejar: decidir y controlar. Toda la vida se resume en eso: control y tiempo. 

El problema es cuando no sabés el camino, pero ahora que existe Waze, es posible encontrar rutas, incluso cuando no tenés ni idea por donde vas. Solo necesitás un aparato inteligente y una buena conexión a Internet. 

Supongo que de eso se trata: de encontrar herramientas para ubicarte en dónde estás y conectarte con buena gente que es una copia de ese lugar de donde vienen; que es para donde vos vas.  

Ahora ya no manejo. Voy a pie y uso el colectivo. Y comienza la ansiedad, de nuevo. 

Supongo que a pesar de todo,  aunque se me olvide como manejar, aún no se me olvida a dónde quiero llegar.  Y las preguntas regresan: ¿cuándo? ¿cómo?




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NGB | DA20131125

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