Vio su reloj. Era tarde ya para salir al trabajo. Le dio un último sorbo a su café, tomó su teléfono, su bolso y se puso los tacones. En el ascensor que la llevaría al lobby de su edificio sintió de nuevo esa angustia que en los últimos días le había clavado un dolor inexplicable en el cuello, uno que ni su quiropráctico ni su siquiatra habían logrado aliviar.
Ese día le darían la respuesta a su gran propuesta. Había madurado esa idea por semanas y la había trabajado durante meses. Había dejado en ello su corazón, su —escaso— tiempo libre y muchas de sus horas de sueño, pero estaba convencida de que sería la respuesta a todos sus problemas.
Durante los últimos cinco años había trabajado para esa gran empresa que de joven siempre le había fascinado, gracias a la que se había enamorado de su oficio, y en la que se habían formado y habían brillado muchos de los colegas que consideraba maestros, de los que esperaba aprender.
Pero la compañía hacía tiempos que vivía más de su prestigio que de su desempeño. La gente que ella admiraba se había ido largando, poco a poco, y pocos de los que quedaban contaban con su respeto.
"Esto será un antes y un después", se repetía, mientras trabajaba en su proyecto. Lo había cuidado como a un hijo, lo había mimado, arreglado, nutrido, como se hace con un vástago, con un fruto de las entrañas. ¿Acaso no lo era esta idea loca que la había convencido de que lograría finalmente el trabajo gratificante que había soñado siempre? Recordó todo el amor que había puesto en esta propuesta, y sonrío, aliviada. Nada que se haya hecho con tanto empeño puede quedarse sin ser.
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Salió de la oficina de su jefe con un gesto de serenidad que pocas veces habían visto sus compañeros. Se paró un momento después de cerrar la puerta, y sonrió. Siguió caminando hasta su escritorio. Cerró la computadora, tomó sus libros y los guardó en una caja. Salió sin despedirse, con pasos pausados, después de dejar su gafete con la recepcionista.
Sus compañeros la buscaron hasta pasadas dos semanas, pero no la encontraron ni en su casa, ni a través de su móvil. Apareció un mes después, a través de un post de FB, intencionadamente publicado con georeferencia: "Hola a todos. Me les perdí, sí, pero es que estaba en pausa. Estuve en pausa cinco años, pero ya retomé mi vida. - desde Barcelona".
Cuando la música se convierte en inspiración
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¡Genial! :D tengo que dejar ésta pausa.
ResponderBorrarTodos deberíamos, ¿no?
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