Relato inspirado Goodbye Horses |
Desde que tenía memoria, la realidad de Clara estaba compuesta por dos mundos en armonía el uno con el otro. Levanta la mirada del cuaderno al vacío desde su pupitre en el colegio para ver el carrusel de imágenes de cosas que no existían, escenas de qué lo que va ser cuando sea grande (obras completas, con personajes bien desarrollados) que se colocan poéticamente sobre las acciones del día a día. Un tren con sueños, ideas, ficción y diálogos y a veces el tedioso trabajo de quererlo aterrizar todo en la tierra, sobre las acciones del día a día. ¿Cómo vivir con lo que uno tiene? ¿Acaso los viajes de nuestras ideas se deben abandonar o, al contrario, perseguir? Camina y camina, y pasa el tiempo, y los deseos y las pasiones cambian, mutan, aunque las imágenes y el tren incesante sigue avanzando.
Avanzaba el tiempo y con él se iban los días pero se quedaban los recuerdos acumulados. Se complicaba el trabajo de disociarse de la realidad, pues el tren de ideas cargaba el pesado equipaje. Conversaciones, sensaciones, expectativas y videos no de lo que podría pasar eventualmente si él y Clara se volvieran a ver, ni de lo que habría pasado si no se hubiesen visto jamás; videos de lo que ya habían vivido y construido y compartido y abandonado. Hablábamos entonces de relaciones construidas en base a un pasado inagotable que, en la mente de Clara, se regaba y se mezclaba con el presente como una fuga de agua. Esta agua parecía ser invisible para todos menos ella, quien seguía tejiendo los mismos lazos antiguos. No se detenía cuestionar el proceso de seguir con una amistad basada en momentos pasados, ni tampoco dudaba de sus expectativas. Las cosas iban a ser como sus ideales lo dictan.
Más de una vez se tropezó el recorrido del tren con conversaciones vacías y se empezaron a formar baches de necesidades insaciadas. Hay amistades que mueren una vez se agota el recurso de los recuerdos. ¿Dónde pararse una vez se afronta la distancia entre la persona que eras y la persona que eres? Las conexiones verdaderas sobreviven los estragos del tiempo.
Se despertó un queriendo llenar los vacíos que dejó el tren de ideas preñadas. ¿Qué garantía existe? No podemos adivinar qué va a sobrevivir el tiempo ni predisponernos a romper nuestras propias promesas, pensó Clara desde su cama. En vez de vivir casada con ilusiones lejanas, Clara se comprometió con aceptar lo que fuera recibiendo y creciendo.
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