Mi Capitán la detenida no ha querido
hablar. Tiene de estar así casi dos horas. Solo nos preguntó si queríamos café,
pero le dijimos que no.
-¿Y ustedes querían café?- le pregunté
a López Sigüenza
-Si pero..titubeó López
-¿Pero tuvieron miedo de que los
envenenara?
Aparté del camino a López Sigüenza. Había
salido a mi encuentro del fondo de la casa a la cual se accedía después de
pasar un barandal que protegía dos breves jardines cubiertos de helechos. Estaba
seguro de que si escarbaba iba a encontrar propaganda comunista.
Lentamente me acerqué a la sala en la
que horas antes quizás la mujer, que horas más tarde se convirtió en la
doctora, habría estado redactando
escritos prohibidos en clave.
Conocía esas casas de subversivos tan
pedantes en su frugalidad, con su poco mobiliario, con lienzos baratos y llenas
de libros. Me acerqué al escritorio de ella. Abrí las gavetas y solo encontré
unos sobres llenos de insectos. Debe ser
un nuevo tipo de inteligencia de estos muchachos, pensé. Guardé el sobre en uno
de mis bolsillos.
Desde la sala se veía ella una mujer
blanca, pelinegra y muy delgada para mi gusto, pero al acercarme se me reveló
una mujer de otra galaxia y sentí la punzada en la bragueta. Estaba sentada con
las manos juntas sobre la mesa, llevaba esas grandes gafas para ver, tan de
moda por esos tiempos. Le cubrían la mitad de la cara y podía ver su boca a lo Sofía
Loren. Más tarde fantasearía que con esa boca me decía cosas bonitas.
Tenía largos cabellos partidos por un
camino al centro de la cabeza. Llevaba una camisa verde de botones y unos
pantalones Jordache. Estaba descalza.
Quería interrogarla pero no para
obtener información de inteligencia solo quería saber más de ella, si era
soltera y si algún día que yo estuviera de licencia quisiera salir conmigo.
-Usted debe tener amigos influyentes,
si no ya estuviera en el cuartel central, señorita Suarez- dije con un sarcasmo
que no me salió del todo
-Pues lléveme al cuartel central porque
no tengo amigos- dijo ella que apenas levantó los parpados para verme desde
abajo, desde la silla del comedor.
-Mire ya revisamos su casa y no
encontramos propaganda subversiva, solo unos cuantos discos, como este de Toto.
Se lo voy a llevar a mi hermano que le gusta mucho.
-Puede llevarse la discoteca completa,
tengo viaje para Estados Unidos y comprar el doble de discos de estos que usted
ahora necesita robarse.
Era demasiada arrogancia de una
detenida enfrente de los subalternos, tenía que parar esa salvajada.
-¿Y qué le hace pensar que se va a ir
para Estados Unidos? Mire si no está en peores condiciones es porque mi coronel
Sánchez Parada ha dicho que es pariente suyo y que está muy agradecido con sus tías
las enfermeras que le cuidaron a la mamá en los últimos días del cáncer ¿Por
cierto dónde están?
- Una haciendo turno en el Rosales, y
otra fue a poner un suero cerca- respondió liberando un suspiro de fastidio.
- Mire le hemos dado seguimiento, y ha
tenido un patrón de circulación sospechoso, en estos tiempos están prohibidas
las concentraciones de personas, ¿Lo sabe verdad?
P
-Si lo sé.
-¿Y a qué se deben sus constantes
salidas sola y visitas a casas, apartamentos y hoteles?
Solo entonces sus ojos tomaron vida y
percibí en su voz una ligera intención
amistosa.
-Estoy haciendo mi investigación doctoral,
respondió.
- ¿Y por eso tiene que andar de casa
en casa, y con mucha gente y tan distinta? Hace poco se quedó tres horas en un
restaurante chino allá por el centro- pregunté
con sincero interés por saber.
- De eso se trata mi investigación, de
conocer gente. ¿Quiere café o fumar? Me dijo alejándose con los pies del filo
de la mesa
-Todavía no- respondí.- Ahora era yo
el cómplice de ella- Yo creí que era algo de insectos, hay tantos bichos.
- A veces los humanos nos comportamos
como insectos- dijo la ahora doctora al momento que de una azucarera sacaba una cajetilla de Delta
Rojo.
-¿Y para eso tiene que ir a casas
ajenas? De gente que no se conoce entre sí- pregunté con más intención de que
me diera una excusa para dejarla en paz, que la de encontrar pistas incriminatorias.
-De eso se trata la investigación, respondió
en plan jaculatoria. Y desnudó de la bolsa plástica la cajetilla blanda de los Deltas.
-¿De qué?., no quise tomar el
cigarrillo que me ofrecía.
- De saber si la gente que no se
conoce coge, coge como en el porno. ¿Satisfecho mi capitán o también tengo que
ir a rendir declaración al castillo?
Y entonces, preferí el café.
Inspirado por África, de Toto