Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20141112

El partido

Relato inspirado en Rock' n' Roll Dreams Come Through, de Meat Loaf.

A M.E.
Porque siempre quise verlo en un partido


Eduardo salió corriendo al sonar el timbre, jamás había sentido entusiasmo en lo que llevaba de ser adolescente... hasta que descubrió que tenía una habilidad: jugar fútbol.

Nadie le tenía fe. Es difícil vivir así, sin que nadie espere nada de ti. Es otra forma de vacío, es otra forma de muerte. Jamás entendió porque le pedían todo, sin recibir nada, ni siquiera eso, un poco de fe. Todo aquello mutaba cuando tomaba un balón.

Junto a Eduardo salieron todos sus compañeros, unos a la tienda de la escuela, otros a sentarse bajo un frondoso árbol, unos a ver si practicaban las tácticas para conseguir novia y las chicas a practicar las tácticas para hacerse las difícil. Pocos corrían hacia el pedazo de terreno que servía de cancha de fútbol. Era el pedazo más abandonado de la escuela, el jugueteo de varias generaciones de cipotes hacía imposible que creciera algún asomo de vegetación, todo era polvo. Los mismos de siempre se hacían presente y con piedras, palos o lo que se pusiera a mano se colocaban las porterías. El partido iniciaba con el característico cabeceo de los capitanes, uno de ellos era Eduardo, y luego venía el proceso de elección de los miembros de cada equipo.

Rodaba la pelota, vieja y un poco ahuevada de tanto uso y abuso; nada importaba, más que echar goles. Eso y ganar.

El recreo era lo único que los separaba de las vidas que dejaban en pausa al salir de sus casas, afueran quedaban los hermanos chillones, las hermanas a las que había que defender de "bichos patanes", las cosas que no entendían de los adultos, Todo quedaba fuera de ese terreno de juego, las malas notas, las quejas de la profesora, el miedo, los enamoramientos. Todo.

La pelota llegó a los pies de Eduardo, siempre fue bueno para jugar, siempre se lo dijo su papá y todo hombre que lo veía patear. Recordó las tardes de sábado cuando su papá los llevaba a él y a sus hermanos a un parque para que participaran en un torneo infantil, Recordó los  "Uuuuuuuh" con cada gol fallido, los gritos a los árbitros cuando el niño más grande les entraba duro, cometiendo una falta a las reglas del juego, los "ya vas a ver, si en el siguiente partido van a ganar", recordó que, desde siempre, ha querido vivir del fútbol, del juego, de la emoción, de la lágrima que brota ante el gol. Recordó que siempre el que echa el gol es el héroe. Apuntó, vio la oportunidad y lo siguiente que vio al abrir los ojos, luego de dar una patada fue cómo el portero se barría y no lograba hacer contacto con el esférico y nuevamente era el héroe. El campeón.

Sonó el timbre, termina el recreo. Todos los cipotes inician su peregrinaje al aula, Eduardo no quiere regresar, quiere vivir de su sueño, quiere seguir anotando goles, quiere cambiar el terrenito de la escuela por una cancha engramada, por un estadio profesional. Eduardo toma el esférico-huevo, lo acaricia y piensa... "mañana voy a echar otro gol".

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