Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20141118

Se supone



Hay mucha gente en el mundo, pero todavía hay más rostros, pues cada uno tiene varios. - Rainer Maria Rilke

Relato inspirado en Al lado del camino de Fito Paez




Era de esas personas raras a las que no les gustaba lo que a todos, que se escondía en los funerales porque de repente se acordaba de chistes de hace dos años y que no tardaba en decir que un bebé no se parecía a nadie y era feo o que la novia no era bonita y los difuntos no habían sido buenos. Espantaba a la mala suerte con un buen porro a sus dieciocho pero terminó rezando Padre Nuestros en una capilla de hospital cuando su viejo se ahogaba en su propia sangre. Cuando vió que salió de esa, se dijo a sí misma que diría un Padre Nuestro todos los días antes de salir de casa, por mucho que jamás entrara a una iglesia y que no diera limosnas. Lo hacía más por superstición que por fe, pero le servía para serenar su corazón.

Se suponía que fuera a salir igual que su viejo: bochinchera, fumadora y viajera pero resultó todo lo contrario. Nadie se imaginaba que detrás de su mirada tibia y líquida se escondiera lo que de verdad esperaban que fuera: una copia exacta de su padre. Si él salía, allá iba ella colgada de sus piernas; si él cantaba, detrás estaba ella golpeando tambores de cacerolas y ollas viejas. Pero eso fue cuando era una niña. Estaban los dos solos pero juntos y bien revueltos. Luego siguió su camino, como se suponía que debía ser. Se afanó siempre en ser lo que se suponía, no lo que los demás esperaban que fuera ni lo que quería ser.

Por fuera se mostraba tranquila, con una seriedad eterna clavada en la cara, de cejas firmes y un aire de santa que fastidiaba. No sabían que por las noches salía de farra con amigotes de bigotes escandalosos y que cantaba a gritos lo que se le pusiera enfrente, sin importar que fueran mariachis o merengues. Fumaba de vez en cuando porros a escondidas porque le gustaban, pero entre familiares nunca tocaba ni siquiera una copa. Todo era por el puro afán de llevarles a todos la contraria, en realidad se sentía feliz de ser como su viejo, adoraba su espíritu que vivía desconectado de todo, contento sin aparentar nada. Se encerrada dentro de su cascarón de mujer aburrida para no tener que dar explicaciones y ya. Le había funcionado hasta ahora, pero se estaba cansando.


"Se supone... se supone un carajo. Hablo sola, ya estoy camino a volverme loca."


Estrella pensaba en mil cosas que decirle mientras sobrevolaba el océano. Al llegar a Madrid, todavía no tenía pensado que le diría a su viejo, pero la idea iba tomando forma. Mascaba el diálogo imaginario, le daba vueltas en su cabeza y se encogía de angustia porque lo que menos le gustaba era tener que dar explicaciones. Debía tomar un autobús para llegar al pueblucho de nadie donde su viejo se había instalado, tenía todavía un buen rato para seguir volteando las cosas y encontrar las palabras correctas.

Quería imaginar su cara, cuando ya tranquila y llena de mil emociones, pudiera abrazarlo y decirle: "Viejo, soy igual a vós. Ya me harté de este teatro. ¿Te acompaño con mi guitarra y un porro?"

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