Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20150630

Todo lo posible o

Relato inspirado en "Special to me" – OST Phantom of the Paradise 
La mesa de madera se tambaleó un poco cuando Sara dejó ir el shot glass sin tequila, luego de los 9 tequilas que llevaba encima, consecutivos, una competencia con ella misma. No, no es nada más que estaba chambona –como dispareja– y que había que decirle al mesera que, con la ayuda de una servilleta, les arreglara el desnivel de la mesa que habían escogido, porque si algo le molestaba a Alejandro eran las mesas disparejas, y si algo le molestaba a Sara era sentirse así de dispersa… Era que Sara sí le había pegado con fuerza a la mesa. Porque ya basta, ya no podía seguir así como estaba.

Al principio, la reciente relación de Sara, no tenía la misma pinta que tenía hoy, domingo 17 de julio de 2016. Retrocedamos un par de años, tal y como Sara se permite hacer cuando está en la ducha y se aferra, cerrando los ojos, a los altos y no a los bajos que definen el relieve de una relación tumultuosa. No, yo sé, había llegado a comprender más tarde que temprano que ya no se podía dar el lujo de una vez más perseguir el conflicto, ni de alimentarlo con sus conflictos. Sos una boba, Sara,  y ¿cómo así que es culpa de mis papás? Su reflejo era más apacible que el del Doctor y era claro que si seguía así Sara lo iba a perder, a este hombre amigo compañero amor.

Esa relación lucía una cara fresca y encantadora, cuando se presentó ante la pareja en un mirador en Valparaíso, y el día olía a rocío de madrugada y a lavanda. Ven, le dijo él, que estos son aceites esenciales de lavanda. Doctores, reyes y botanistas coinciden con que dicha fragancias tiene propiedades antidepresivas y se convertiría en el elixir en forma de olor para revivir a Sara de sus días grises. Bien dicen que la juventud enamora y que cuando enamorado, todo enamora: eran los primeros días de una promesa de besitos y pactos tácitos de hacer mucho. ¿Será que entonces no había nada que perder porque tenía tantísimo en común? El porvenir no había sido truncado por las amenazas de que una de las partes se fuera a trabajar al extranjero –a su país inventado en el que nadie envejece y los hoyos sin legado se llenan de trabajo– ni tampoco se había identificado bien los riesgos como para que ellos pudiesen mitigarlos.

Aceptar, resolver, seguir adelante. Él no quería hijos pero ya después de un rato no podés dejar que tu corazón se siga rompiendo, cuando está en vos estar en paz con las cosas. Y aunque nos hayamos aguantado los tires y encojes y pongamos nuestra mejor cara, a Sara le ardía tragarse las veces en las que él era inaccesible por sus trabazones. Los amigos en común no alcanzaban a tropezarse con estas tensiones y nudos en medio de un intercambio tan personal, pero ¿de qué nos sirve que todos nos crean bien?

En todo lo que Alejandro tenía de conocer a Sara, jamás la había visto tan enamorada. Lo sabía, pues, digo, ella tampoco se había visto tan enamorada. Debe ser, pensaba él, que quizás tenía razón, después de todo, cuando decía de que para todos existen alguien que te mueve el piso y que, pese las circunstancias y las opciones tendidas para regarlas, con todo; esa conexión impermeable que muta con el tiempo mas no desaparece. Eso suena muy bonito, pero ¿qué hago, Alejandro?

Su rostro estaba adormecido por el tequila pero el ánimo la estaba despertando. Cuesta pasar por estos lares disfuncionales que hacen que todo pese y que querrás arrojarle a tu pareja tu colección de DVD’s, habiendo bajado del pico en el que le gritaste que de todas formas siempre supiste en qué te mentía, pero Sara seguía, terca. Yo ya sé qué quiero, y lo voy a exigir, le dijo. “Después nuestés llorando” recuadraba Alejandro que eran las palabras de Sara, que entonces si nunca le dijiste a la tipa que la querías y que la querías de regreso, ¿qué putas vas a hacer cuando estés llorando? Cuando hemos hecho todo lo que podemos hacer, no podemos quedarnos llorando, punto final, le escribió una vez esta misma Sara en un correo electrónico, ¿te acordás? Nos mandábamos correos cuando vivías en Alemania y allí me imaginaba tus historias con las bichas.

La resaca no la afectó tanto al día siguiente como ese nudo en el estómago que le enderezaba la espalda con tensión, para dar vueltas en la cama vacía. Él volvería y lo van a resolver, así es como se deshacen los nudos de gastritis. Por mientras, café y tabaco para calmar lo sofocante que es saber lo que querés pero no estar segura de que si él va a querer. Lo más seguro es que me dice que no, porque él así es, mucho me aguantó ya. Y yo ya no aguanto pero quiero más.

Él regresó al apartamento hasta pasadas las 7 p.m. y no sabemos de donde venía. Fue la primera y la última vez que largaba así sin avisar, sin contestar llamadas, sin decir más nada. No lo volvería a hacer, Sara no tendría que acostumbrarse a él. Hacía mucho calor pero él estaba frío y ¿qué te pasa? ¿no me vas a escuchar? No, Sara. Esto no está funcionando. Lo he pensado ya mucho y creo que no estamos bien juntos.

Seguro volverás a lo que hacías antes y estarás mejor sin mí. Estoy seguro que en algún momento volveremos hablar, no estoy seguro en qué términos, pero por ahora no es el momento.

Las palabras que se añadieron a esta cola de ruptura se desvanecen, no alcanzan ya los oídos de la ahora exnovia. Lo perdí y un collage de palabras que acompañaban este sentimiento de que algo se salió al cuerpo de Sara, un extraño sentimiento de vacío que tardaría luego en convertirse en paz. Ya más no podíamos hacer.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario