Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20140619

Creo que hemos llegado

Abrió los ojos y no le pareció que estuviera demasiado bien. Vio su mano y recordó que estaba en un hospital al ver el fino tubo que se insertaba en la piel. No podía pensar muy bien. El dolor siempre había sido una dimensión demasiado conocida para ella. Desde siempre. 

Intentó respirar profundo, le dolió el pecho cuando el aire entró. Tenía frío, la bata de manta rústica con el logo del ISSS no le daba el calor que necesitaba. Sintió cómo temblaba todo su cuerpo. ¿Cuánto tiempo tenía de estar en aquella cama? No lograba recordar. Lo último que recordaba era que llegó a consultar porque aquella gripe se había salido de proporciones. Luego de muchas horas de espera al fin había entrado en una de las pequeñas habitaciones para que una doctora, pasada en años y libras, le dijera.... "acuéstese"... cuando la vio entrar con dificultad. Luego nada.

La nada es un espacio-tiempo muy raro. Es como flotar a la deriva. 

Se acercó un enfermero, moreno, grueso, pelo crespo y negro. La vio con un poco de compasión, pero no le dijo nada, solo le tocó la frente, notó el constante temblor en su cuerpo y cómo se abrazaba a sí misma, se fue y regresó con una frazada gruesa y se la puso encima. "Tome agua" le dijo, mientras le destapaba una botella, "tiene mucha fiebre todavía". Con dificultad pudo arrecostarse y sintió llegar el agua a su boca, era como intentar apagar un incendio con un guacalito de agua. Sin embargo había un dejo de alivio esperanzador al pasar el líquido por su garganta, pudo sentir todo el recorrido hasta que el agua llegó a su estómago. "Alivio" pensó. Cerró los ojos de nuevo, el dolor de cabeza era demasiado intenso. 

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- ¿Vos crees que te vas a morir joven?
- No sé... creo que ya no estoy tan joven
- jejejeje - se ríe recordando que pronto ella cumplirá 40 años.
- Digo... morirme joven hubiera sido antes de los 30. De todos modos eso no me aturde. Uno se muere y ya.
- Creo que nos hemos ido atrasando en algunas cosas.
- ¿Por qué decis?
- Creí, cuando te encontré, que ya tenías hijos, casa y estabas casada.
- mmmm... eso de atrasarse en esas cosas es relativo, además, creí que esas "cosas" no eran una preocupación para nosotras.
- Bueno, a los 15 no, pero ya vas pateando los 40.
- Hemos hecho otras cosas, igual importantes y lindas - le dijo a la chica que era hace 21 años. 
- ¿Cómo cuales?
- Hemos viajado, hemos conocido gente y la hemos querido y hemos aprendido a des-quererlas, hemos estudiado y leído mucho.
- Si me lo preguntas ahorita no le veo lo grandioso... 
- No te quejes, hemos sido felices - su ella de 15 años la veía un poco incrédula y con un poco de lástima. 
- ¿Nos han amado?
- Si
- ¿En serio? y entonces por qué no nos casamos.
- Porque casarse no es imprescindible para amar.
- ¿Nunca quisimos hijos?
- A veces, pero no podía ponerme a parir a lo loco.
- Pero estamos solas ahora... nadie viene a vernos.
- Si vienen, además nos llaman por teléfono.
- Enseña ese bolado, en 1992 no habían de estos - dijo la chica tomando el celular entre sus manos, como si se tratara de un delicado animalito.
- Vamos a tener uno hasta el 2000 - dijo la actual, mientras se acomodaba la almohada.
- ¿Cuánto llevas acá? 
- No sé, ni sé qué día es...
- 7 de junio dice aquí - dice la cipota, viendo la fecha en la pantalla del celular.

En aquel momento el celular empieza a vibrar y la "ella" joven se asusta y se lo pasa a la "ella" adulta. Qué gracia le hace a esta ver los ojos asustados de su juventud a algo que se ha hecho tan cotidiando con el paso del tiempo.

- Aló?... Hola... si... mejor, creo... no... creo que vendrán al mediodía,... no, no te preocupes. Vaya... nos vemos.

Ella cuelga.

- ¿Con quién hablaste?
- Era Miguel.
- ¿Quién?
- Mi pareja.
- Ah... tu novio!
- A esta edad una no tiene novios, niña... tiene parejas. Es algo que vas a descubrir en un tiempo.
- Y él como es? ¿estamos enamoradas de él? ¿viven juntos?
- Preguntas mucho niña.
- Ve, chis! es mi vida, quiero saber.
- No creo que sea buena idea darte tantos detalles... es bueno tener cosas con las que te podas sorprender. 
- ¡Contame, no seas así!
- Quiero dormir, no me siento bien.
- Y si le pregunto al enfermero cuándo nos van a dar el alta?
- No te va a decir. 
- ¿Qué apostamos?
- Nada.
- Me he vuelto algo aburrida... 
- Siempre hemos sido aburridas, no te hagas...

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El enfermero se acercó al ver la mujer murmuraba, supuso que estaría delirando. Era la tercera vez que el doctor le cambiaba el antibiótico porque no parecía que la enfermedad quisiera ceder. Neumonía, decía en el cuadro metálico que contenía un legajo de páginas entre resultados de exámenes, indicaciones y garabatos.

Puso su mano sobre ella y confirmó la fiebre... regresó a la estación de enfermería para tomar un termómetro y poder ver la temperatura exacta. 

Ella abrió los ojos cuando sintió la mano gruesa y pesada del enfermero tocarle el brazo para ponerle el termómetro en la axila. No sabía qué le dolía más. Sintió la boca seca y vio la botella de agua que estaba en la mesa al lado de la cama. El enfermero entendió y tomó la botella y se la acercó a los labios. Fue un solo y corto trago de agua.

- Debería tomar más agua - dijo el enfermero.

Ella solo le respondió con una mirada que decía "ahora no". El cerró la botella y la puso de nuevo sobre la mesa. Sacó el termómetro de la axila de ella y vio... 40 grados... sin decir nada se fue y regresó con una compresa húmeda y se la puso sobre la frente. Se quedó unos segundos a su lado y regresó a su estación. 

- Creo que se va a morir - dijo el enfermero a una mujer que también estaba de turno con él.
- Todos nos morimos - contestó ella sin levantar la mirada de los papeles que estaba leyendo.
- Lo sé, pero ella pronto.
- Igual, no es que no hayas visto a alguien morirse antes.
- No, claro que he visto. 

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- Karla, despertá - dijo la joven.
- ¿Qué queres? - contestó la Karla adulta sin abrir los ojos.
- Creo que hemos llegado...

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