Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20150325

Burn It Blue

Hace algunos días, Ana Belloso (@iojiki) me dijo que la llama perfecta siempre es azul, por eso, por eso quizás es que yo seleccionaba esta canción.

Y además, porque el soundtrack completo de esta película (que no es de mis favoritas) es algo todo azul y lleno de momentos que se incendian a cada rato. La canción fue compuesta por Elliot Goldenthal, quien además compuso todo el score de la película y está interpretada por Caetano Veloso y la querida Lila Downs, de quien era originalmente la canción que iba a recomendar: Alcoba Azul, de la misma película. En general, canciones y voces llenas de emoción y sentimientos inexplicables.

Quizás por todo eso.


Porque el azul a lo lejos siempre te hace preguntarte cosas. Porque en el azul somos más libres. Libres para volar.

Veamos qué sucede con esta canción que se incendia en azul.

20150323

Llueven subjuntivos















Relato inspirado en Kitsch en C, de Cartas a Felice.

Podría ser que ese dolor en el corazón le durara toda la vida. Y él lo sabía. A lo mejor lo supo desde el principio, quizás desde que ella se le apareció con el pelo revuelto y los zapatos gastados de tanta vuelta por el mundo. En ese momento él supo que podría mirarla dormir todos las noches.

– Me gustaría apagarte la luna cada vez que sea necesario–, le ofreció él.


Puede que haya sido lo único que podría darle; no permitir que la luna le empañara la mirada. Esa mirada de ámbar desmesurado que le haría pensar en todos los "y si" que fueran posibles. Y así sería siempre. Él queriéndole tapar la luna, los defectos y las imperfecciones para que ella pudiera levantarse cada mañana; fresca y sonriente, mirando las nubes y los amaneceres, pensando en palabras como nadie más podría hacerlo, como tal vez solo ella pudiera, cada vez que quisiera. O que imaginara. 

– Deberías saber que la vida real es una mentira –, le dijo ella una mañana.

Tal vez enojada por el descubrimiento de que, cada noche, por más intentos de él de opacar la luna, esta siguiera estando tras las cortinas. 

• Foto, Flor Aragón

La dialéctica del No



Inspirado en "Kitsch en C" – Cartas a Felice

"Yo sería tu Humphrey Bogart, te sacara de Casablanca. " ("Kitsch en C" – Cartas a Felice)


Una noche iba llegando a su fin cuando se cayó del carro y se resbaló en la acera, empujada por Él y Ella quienes se habían dado la tarea de hablar y seguir hablando. Era un accidente, no tenía que caerse la noche: se suponía que la noche iba a ser anfitrión de una reunión inocente cuando de pronto ya estaba lisiada y ellos se quedaron viéndose a las narices en la entrada de la casa a la que no iban a entrar juntos. Ya lo habían dicho, y habían porqués regados por todos lados. Todo sucedió en ese espacio amorfo ubicado, con tacto, entre las 5 y las 6 de la mañana. Peleaban ya con el sueño, en un ring de sus palabras que bailaban con el tono cómplice que las había viciado desde hace horas, días, semanas. Un cúmulo de segundos, una y otra vez producían brindis con vasos imaginarios y corrientes frías de un río de pensamientos que chocaron contra los vidrios del carro cuando se dijeron que No. No, no fue un yo también, ni un quizás, ni tampoco una cachetada sentida – fue un No construido a base de melancolía adictiva, la melancolía que muestra el mejor lado del pathos. Está la cara del fracaso y la fatalidad, del final que no queremos, pero también el de la imposibilidad de sufrir, la carta que le gana a la posibilidad de herirse, el del subjuntivo y el condicional que vivirán atrapados a costa de un sí, por un No que los separa, rígido, en medio de dos cuerpos pensantes que saben que no saben nada. // Átame las manos para no tocarte, y que nunca se acerquen esos labios, para nunca chocar dientes y mordernos las risas, y nunca llegar el sonido de tus risas que se conjugan con los abrazos que nunca me diste. Muérdeme el cuello, pero solo en tu cabeza, y desvísteme con los ojos todos los días saltando por encima de las piernas cruzadas y los brazos abiertos, y que nunca te haga dudar una mirada, porque nunca nos vamos a ver. Si nunca nos vemos, nunca nos perderemos, y si no nos perdemos, las palabras darán vueltas a solas y seguirán siendo ellas, sin que nuestras manos arruguen las promesas que bailan con el tono de tu voz. // Y se movían, llovían, los deseos líquidos y móviles, hasta quedarse dormidos. Penúltimo juego de miradas hasta quedar hechas a un, porque las reglas no dependen de Él y Ella, porque todos tienen que obedecer a reglas más grandes que escoger adonde irse o cómo encontrarse. Las hacen los otros, y existen otros detrás de los vidrios empapados con el arrojo de palabras. Soltaron las palabras pero no las riendas, porque al fin y al cabo un poco más y podían perder incluso las palabras. Un poquito basta para perderlo todo y perder la imagen lejana de ¿qué podemos hacer con nuestras lenguas si el condicional fuera juez? // Podría desvestirme y quedarme horas en tu cama, solo hablando. Quisiera, sería, podríamos. Podría vivir feliz sabiendo que esa sonrisa que te provoqué se extiende hasta después de horas hábiles y me abrazaran tus pupilas al mismo tiempo que tus cejas. Podríamos seguir si me sueltas las manos y me miras como me miras y me hablas como me hablas. Podríamos bailar lejos de la música, o jugar a contarnos historias que no conmueven, un intercambio de pedazos de las ideas que se coquetean aunque no me mires. ¿No sería genial encontrar escapatorias y llegar a los mismo lugares por caminos distintos? Valdría la pena el esfuerzo sin esfuerzo de acercarnos. // La deliberación comenzaba a casarse con la idea de lo inconcluso, apagando a las curiosidades inquietas que habían decidido reclamar todas las veces en las que no les habían dado voz ni voto... pues dejó de pelear la incertidumbre ante la dialéctica del No que venía con su amigo Jamás. Ya no importaban las preguntas de sus cuerpos ni de sus gustos, pues era más grande la masa de resignación que había que tragar, el difícil proceso de pasar por encima de todo. ¿Cómo hacer de lado algo invisible que se mete e interfiere con la inocencia? Un abrazo que cierre tratos, un beso con tacto, una mano amiga, un paso hacia atrás. Volvamos amnésicos, dijeron los jueces que se escondían debajo de la calle de piedras, y vivamos en la promesa de que si nunca empieza, nunca termina. Hagamos de caso de que no importa, que no es para tanto, que estamos contentos con nunca saber cuáles son los límites, si es que hay límites, cuánto quisieran callarse los monstruos que asustan, que separan, que callan. Dejemos al sí en la calle y que no nos moje la lluvia, porque después los que se mojan en la lluvia caen en cama con fiebre. // Podríamos hacer cuenta y caso que así pasa siempre, que no es inusual, que qué exagerado. Deberíamos guardar lo que podamos y deshacernos de lo demás, sin nunca decir nada, sin tener que hacer nada. Si hiciéramos más, no nos quedara más que reemplazar las excusas por razones, contar con momentos y no con ideas, escupir sentimientos que se agachan y conocer más a qué hay atrás de un No que defiende la inocencia. 

Una idea toda azul

Relato inspirado en Kitsch en C de Cartas a Felice



Querida niña,

Acaba de amanecer y ya me estoy acordando de vos. Era bonito cuando caminábamos en esos días soleados, con cielos despejados y atravesábamos las calles sin mayor preocupación, quizás lo único que empañaba tu entusiasmo era que no fueras a llegar a tiempo a tu oficina. Las escapadas mañaneras eran la excusa perfecta para verte: que si eran las horas extras, que si había reunión, que si tenías que reponer una clase. Te salía a recibir con el pelo revuelto, listo para llevarte de paseo, me sentía feliz con tan poquita cosa.


¿Te acordás de la panadería que estaba frente a tu casa? Te gustaba comer canastas rellenas de leche, berlinesas, merengues. No sabía cómo te podía caber tanta azúcar. Conservabas la cordura, cantabas para mí. Te daba pena, decías que tenías la voz más fea del mundo, pero a mí me encantaba oírte. Nadie tenía el placer de oír tu voz de ratón: fina, pequeña y dulce, sólo para mí. Decías que me amabas, le dabas vuelta a las letras y les ponías mi nombre, y yo muy callado, escuchaba el resto de la canción y sin decir nada, sentía aguado el corazón.


No me gustaba ser cursi. Era un asunto serio eso de guardar las apariencias. Me perdía en pensamientos vagos, una nube de ideas difusas para no sentir toda esa ola de cosas que me provocabas. Verás, tenía que guardar la compostura. Eras un remolino de emociones, todas a flor de piel, todas visibles, todas revueltas. Yo intentaba todo para permanecer sereno, para quedarme quieto, para poner orden entre los dos. ¡Estaba tan equivocado!


Me escribías notas. Tu letra ínfima, lisa y redonda, como letra de escolar, me contaba todo: desde cómo habías preparado el desayuno, hasta qué planeabas hacer al siguiente día. Yo era escueto, no pasaba del "te quiero mucho" de siempre y vos derramabas toda una letanía de poesía como la niña enamorada que eras. Nunca volví a escribir poemas. ¿Sabés algo? Creo que la tinta se me acabó aquel día en que me despedí de vos. Me despedí de vos sabiendo que no quería irme. Llorabas. Llorabas a mares y no pude verte más, me partía el alma verte llorar.


A veces todavía salgo a caminar, solo, rumbo a tu antigua casa, donde vivías cuando eras una parte de mi vida. Veo el cielo limpio, me como una canastilla de leche y tengo una idea toda azul: que sós más feliz que nunca porque te dejé ir.





Inspirada también en: "Una idea toda azul" de Marina Colasanti

20150320

Escribirnos


Texto inspirado en la canción 'Kitsch en C' - Cartas A Felice
por: Ivonne Veciana

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Con lo que tenemos, vamos a escribirnos.

Escribirnos palabras fuertes
duraderas
incomprensibles y necesarias.
como esto que sentimos.

Sentirnos entre párrafos
hacernos líneas
comernos puntos
besarnos cada margen.

Redactarnos la necesidad del otro,
de leernos
Subrayarnos la necesidad de existirnos y ser prólogo.

Dejarnos un pie de página en el alma por haber llegado tarde
dejarnos cocido un verso para cenar.

Escribirte con mis dedos en el rostro la alegría de sentirte. De tenerte en el índice de mi vida.

Escribámonos.
Dame tiempo. Para escribirme a mi. Sólo a mi, por mi y para mi

Escribámonos.
Lento,
sin analizar significados.

Dibujando cada letra que nos trazamos
sin resumir nada. Completos.
En una página extendida lista a recibir tintas

Escribe. Escribe. Escribe

Haz de cada idea una excusa para escribirme,
que tu inicio y desenlace sean mi argumento.

Hazme una sola idea de ti.

20150317

Música nacional en Non-Girly Blue

Esta quincena propuse inspirarnos para nuestros relatos en una de las bandas nacionales que me resultan más auténticas: Cartas a Felice.

Un grupo de chavales que abrieron las cortinas de la creatividad, sin poderlos comparar a nada ni nadie que haya existido en la movida salvadoreña porque son más originales que el número cero para los Mayas.

Son capaces de escribir lo más bonito sobre el desamor, lo más dulce sobre la muerte y lo más irónico sobre la vida cotidiana. Una de esas canciones es Kitsch en C.

La palabra Kitsch es un vocablo alemán que significa la relación del humano con la estética que le rodea.Era usado a mediados de 1860 para referirse a dibujos y bocetos sin estilo, sobrecargados o con valor de baratija. En síntesis: algo de mal gusto.

Esta canción tiene una de las letras que más me gustan de Cartas a Felice:

"Quisiera, sería, podríamos. 
Llueven subjuntivos, se han vuelto mis amigos ya 
Y han abierto un cine en el interior de mis párpados 
Donde ponen 24/7 siempre una imagen de vos"

Toda una posibilidad sin llegar a decirlo. Un algo que está ahí aún sin nombre, Un "pienso en vos" sin decírtelo...

"Yo sería tu Humphrey Bogart, te sacara de Casablanca. 
Sería Clark Gable en nuestra versión de Lo que el Viento se Llevó, 
hasta haría de Di Caprio y te salvara del mismísimo Titanic, 
para hundirme en vos, para hundirme en vos."

Tienen que escucharlos. Si es en vivo, mejor.

 

20150310

Soy

¿Relato? inspirado en Nemo, de Nightwish

Soy las mujeres y soy ninguna, la hija, la hermana, la amante, la puta, la santa, la pecadora, la aburrida, la eufórica, la triste, la doliente, la sarcástica, la música y la que escribe, también la que ríe, la que se queja, la lesbiana, la heteroflexible, la conservadora, la madre de nadie, la madre de todos, la que pinta, la que despinta, la que siembra y la que arranca de tajo, la que desperdicia la vida, la que la exprime, la que viste de negro, la que se desviste, la enferma, la que tiene cáncer, la que regenera, la que genera vida, la que sopla, la que cocina, la que lava y la que se niega a planchar, soy mi abuela con menos canas, soy un cuerpo entre las manos de mi amante, la que tiembla de miedo y la que se arroja al vacío, la dueña del gato, la dueña de los sueños, la dueña del viento, la dueña de nada, la que es y la que no es, la que desborda, la que pega botones, la que hace ruedos y la que deshila las horas, la que no duerme y la que se niega a despertar, soy el sol y la luna, soy las estrellas y soy la negrura, soy un torrente de sangre, la que desprecia y la despreciada, la que no se maquilla, la del pelo largo, la gorda, la flaca de antaño, la que come y la que desconoce sabores, soy la amiga, la confidente, la traición, soy la amante, la amiga de infancia, la novia de antaño, soy el olvido perenne, el presente furtivo, el futuro incierto, soy una violeta, soy un eucalipto, soy la tilde mal puesta, soy el acento adecuado, soy unos dedos sobre el teclado, soy el desconsuelo de una generación, soy los planes nunca realizados, soy un libro que jamás es abierto, ni leído, ni quemado. Soy ceniza y soy los genes de un desconocido, soy la primogénita de un hombre bueno, soy el hombro de mi madre, soy la voz al otro lado del teléfono, soy la distancia y la cercanía, soy la maldita, la bruja, la feminista, soy la inadecuada, la equivocada y la que reúne a todas las mujeres bajo su piel. 

No soy nadie. 

Mi mente inquieta

Relato inspirado en Nemo - Nightwish

Mi mente no está clara mientras mi piel se eriza. Mis brazos están alerta, pendientes de esas punzadas, de cuando se acelere mi corazón y mi muerda los labios porque crecen las espinas del sabor de tus risas. Mi mente se ofusca con el crecer de los deseos que acompañan y le dan la mano, cordiales, a aquellas veces cuando bailan mis palabras con las tuyas, y me acarician todo el cuerpo los ojos de tus ánimos, y me animan a contarte, a decirte al oído, más vocablos para que besen tus recuerdos. Hacemos un pacto y tú te vas, y yo me voy, y nunca me lo dices, y se me olvida. ¿Qué me dijiste? Ya no escucho su eco, se perdió en la aventura, bendecida aventura, me bendice lo que sentí en tus brazos y mi lengua, a solas, juega con imágenes que nadan libres y celebran al pacto tácito que me encierra en lo que viví, que ya no vemos, se escurre y me toca, me eriza. 


Mi mente no está clara cuando mi corazón palpita. Latidos extraños que a penas conozco, que alguien sombró, que mi mente inquieta encontró, a lo largo de esos recorridos de noche tras noche. Las quiero perseguir y encontrar corredores de mente en los que habitan un contacto de imanes que me jalan, para expirar, soltar el aliento, gemir, y encontrarme en tus ojos; y cierro los ojos, y respiro profundo, y aún quieta siento el peso de tus piernas y las mías. Me hundo en una atracción, mi cuerpo flota, sedienta. 


Mi mente no está clara cuando imagino manos que coquetean con mi abdomen y se extienden hasta dibujar líneas nuevas que atraviesan mi columna vertebral. Aparecen entonces rincones nuevos de mi cuerpo y asteriscos de cosquillas que provocan mis risas mezcladas con respiros sobre los cuales los cuerpos giran y escapan, y encuentran una complicidad secreta, de la cual nunca nadie ha hablado. Las sábanas callan los obstáculos que preceden esa última posición, una encrucijada de piernas, boca abajo, sobre el pecho, sobre el descanso que se ocupa de mis ojos vidriosos. 


MI mente no está clara cuando me pica el estómago. La invade el sonido de tu voz en medio del silencio a media calle, cuando me pellizcan las emociones que rompen con tu ausencia, cuando me trago el sabor de todo lo que está en mi mente, cuando me repito que debo seguir caminando e ignorando mi piel eriza, mis palabras calladas, mi frente mojada, mis manos sudadas, la sonrisa que se dibuja cuando pienso en que la calle está vacía, las emociones no se vez, lo que siento en mi boca son ideas. 


20150309

Estado desimaginario

(Relato inspirado en Nemo de Nightwish)

Lo más raro de la situación fue que sonaba esa canción de Nigthwish. ¿Nemo? "This is me forever, one without a name..." Algo así dijo y me miré al espejo en esa rutina diaria antes de cepillarme los dientes.

Y ya no estaba.
Mi imagen, mi reflejo se había ido.


Pensé que era uno de esas jugarretas de ilusiones ópticas que te hace el cansancio, el desvelo. Tenía varios días de estar trabajando sin parar y casi obsesivamente en esa licitación de la que nadie se quiso hacer cargo. Sin apenas dormir por las noches. Una o dos horas, me decía, son suficiente. Era algo de reíse, de verdad, la situación de mi imagen perdida. Me retiré del espejo lentamente, como al descuido, y así mismo me volví a parar enfrente. Nada. Y, bueno, haciendo lo que me pareció más lógico en ese momento, tomé la toalla de manos y la pasé varias veces por la superficie, dejándola lustrosa y con brillo.

Nada. Mi imagen seguía desaparecida.

Sin poder creerlo del todo todavía, me apresuré al dormitorio. Seguro que en el vidrio de la ventana. O en la pantalla de la compu. O en la pantalla del celular. O al menos en la perilla de la puerta. Y, sí, allí me tuvieron brincando sin remedio frente a la ventana. Haciendo muecas frente a las pantallas. Sacando la lengua frente a la perilla.

Y nada. Mi imagen desapareció.

Lo primero que note en mi nuevo estado desimaginario, era que había descargado algunas cuantas libras. ¡Hombre! Es que casi sentía que me podía tirar por el balcón y levantar el vuelo. No, no lo intenté. No era conveniente todavía. Ya vendrían tantos cielos como fueran necesarios. Días enteros de experimentar la aerodinamicidad de aquel envoltorio sin reflejo.

Lo que si hice fue hacer mi maleta. Sin muchas cosas, claro. Sin imagen no habrá mucho por tapar, pensé. Y, ajá, como imaginarán, desde entonces ando por aquí y por allá.

Y no. No he probado a volar todavía.

"Nemo" - Nightwish






          Aquí los piratas ya no buscan más. Se fueron para no regresar. Día y noche celebran sus fiestas en alta mar sin saber que solamente celebran las vísperas de un naufragio.

          En este muelle de tiempo, la soledad crece sin prisas ni asombros mientras los vestigios de una barca yacen suspendidos en la oscuridad sin lugar donde escapar, sin aventuras que contar. Todo eso que fue alguna vez un muelle lleno de sueños para zarpar comienza a corroerse por la humedad.

          El paisaje comienza a desdibujarse en lentitud indescriptible. Nada, nada se mueve, sin embargo puedo darme cuenta como todo desaparece lentamente dentro de esa neblina que juega a engañarme, a recrear sombras, visiones de un pasado tan inerte como ese cuerpo que se congela dentro de esta laguna mental. El agua fría prolongará su utilidad. Probablemente sea alimento para otra historia más.

          A lo lejos se enciente un farol. Una breve esperanza de compañía. O de satisfacción. Qué más da. 

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DA20121113 / editada para NGB 20150315.

20150308

Antes y después

Relato inspirado en Nemo de Nightwish


Es extraño, eso que pasa después de vivir. Cuando abrí los ojos, no me encontré ni con un océano de leche, ni con un mar de fuego. No había ruido, no había luz, no había melodías celestiales esperándome ni mansiones de perlas o de oro. Logré mirar un sendero largo y angosto, en el que solo una persona podría caminar. No había puertas angelicales ni mensajeros. Ese sendero había sido hecho para mí. A lo largo del camino, estaban otras cosas que de alguna forma, esperaba no volver a ver jamás.

Estaban, intactas, mis culpas: pesadas, cegadoras y las primeras en esperarme. Todas ellas: las insignificantes y molestas, las grandes y abrumadoras, las inútiles y las que nunca debieron de haber existido, las que dieron cabida a otras angustias y las que me mantuvieron despierta por muchas noches, hasta las que no eran mías y que había dejado entrar en mí.

Después, estaban mis deseos: aquellos que nunca me habían dejado, los que se habían quemado tan rápido como habían surgido y los que nunca dejaron de abrasar mi corazón.

No muy lejos de mis deseos pude ver a mis sueños. Vi a los imposibles, a los que eran nada más que la sombra de un recuerdo, incluso a los que tuve en mi niñez, cuando no podía hablar. Eran sueños hermosos, llenos de color, borrosos de lágrimas porque no existieron nunca sino en mi mente. No quise ver a las pesadillas, pero allí estaban para recordarme que habían empañado mis noches de oscuridad y miedo. No quise seguir, pero no tenía opción más que seguir avanzando.

Mis deseos, sueños y pesadillas dieron lugar a mis dolores. Recordarlos, verlos fue casi como revivirlos. Me esperaban mis dolores físicos con sus escalofríos y fiebres, junto a los que no vivieron en mi cuerpo pero dejaron huella en mi alma. Vi entonces a los hijos que nunca tuve, a las sonrisas que reprimí, a los perdones que no otorgué, a los resentimientos que alimenté sin motivo, la gente a quien no amé y los favores que no agradecí. Otros horrores los acompañaban: mis venganzas, las discordias que sembré, las heridas que causé y las envidias que me doblaron de rabia. Seguí en mi camino, queriendo salir de donde fuera que estuviera, me costaba creer que alguna vez hubieran formado parte de mi vida.

Después de mis dolores, descansaban mis fortalezas: serenas, brillantes, imponentes en su sencillez. Me dí cuenta que estaban todas en fila, guardando lo que estaba después. No sé cuánto tiempo pasé allí antes de continuar, no queriendo avanzar, cansada de lo anterior.

Al final, pude disfrutar de mis alegrías, mis triunfos y amores. Toda la felicidad que pude haber disfrutado, por ínfima que fuera, estaba en ese lugar, embelleciéndolo todo. Eran más de las que imaginé: abrazos de lealtad, besos, desapegos y entregas, miradas de amor... tantas que costaba contarlas. Envuelta en la dicha de verlas, comprendí que éstas no podían haber estado en otra parte sino al final. Habían sido destiladas de todo lo que no quería enfrentar al inicio. Comprendí lo esencial. Era el momento de volver a nacer.

La vida que nací mujer


Texto inspirado en la canción 'Nemo' de Nightwish
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Que todas estas experiencias como mujer, valgan la pena. Espero que al final de esta vida, pueda ver hacia atrás y ver con agradecimiento lo que ahora no entiendo.

Que mi piel no pierda el color con la lluvia.

Que el cabello no se enrede con las dudas.

Quiero llegar a vieja solo con marcas de sonrisa.

Que estos pies y sus arcos bailen hasta agotarse. Que me lleven a lugares nuevos y me traigan de regreso a donde saben que pueden descansar.

Espero verme a mí misma con ternura y cuidado, sin juzgarme ni criticarme, sin exigirme ni olvidarme de lo que quiero. Saber compartirme algún día sin dejar de verme, apartarte un lugar en mi camino y caminar más lento; pero juntos.

Poder ver a mi corazón sano, sin tropiezos en su latir, sin dolor en sus venas. Verlo todavía con ganas de viajar y que nunca se canse de todo lo que tuvo que despedir. Espero verlo erguido y no resignado.

Que los hilos con que está remendado no impidan que vuelva a sentir.

Quisiera ver a mi cintura llena de recuerdos en la mesa. Que su memoria vea de nuevo pasar los platos y la cantidad de sabores de helados que falta por inventar.

Proyecto que mis ojos podrán verse en el espejo sin arrepentimientos y con tiempo de sobra para saber que fuimos felices sin tener que pensarlo mucho. No necesitar maquillarlos para encontrar belleza en su brillo. Y que ese brillo no mengüe sin importar lo que vean.

Mis manos. Estas manos que han aprendido a soltar para evitarme llegar a vieja con pesos ajenos. Su fuerza me ha levantado de innumerables caídas y siguen tan suaves... como esperando un roce sorpresa.  Que cada día aprendan a abrirse más para compartirse, para curar, cocinar pasteles, encontrar direcciones y amar. 

Que el dolor de vientre tenga un motivo y tus ojos.

Que no me olvide de respirar. Cuando tenga que pasar de una vida a la otra; acordarme de fluir en mejores intenciones para encontrar mejores compañías de las que aprender sea obligatorio. 

Que las lágrimas del sin fin de despedidas hayan ido a un solo lugar para que no se pierdan los cariños y la vida sepa devolverme lo que sobró de soledad.

De esta vida que nací mujer, que sea capaz de ver y tratar a todos por igual, sin dejar de saberme defender. Que pueda ser útil y oportuna con mi presencia y sepa desaparecer cuando yo lo necesite. 

De esta vida que nací mujer, aprenda a ver más allá de lo que escucho y a limpiar mi propio camino.

Que encuentre esos 'algo' perdidos.

Que sepa siempre quién soy.

Que extrañar sea voluntario.

Que  el aire que respiro no sea en vano y me llene cada segundo de vida. Sin luchas, ni peso, ni dolor.

Vaya mi alma tranquila, al centro de la vida, con su espacio ganado, despejándome el cabello del rostro con una trenza de certezas.