Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20140429

"Magic" - Coldplay




        
        Hay algo sorprendente sobre el desierto: esa expansión mágica de vacío donde la arena, el aire y el sol reclaman sus dominios jugando todo el día a crear remolinos gigantes que llegan a todas partes del mundo en sutiles brisas llenas de arena. Hay algo que embruja en ese espacio moldeable donde la arena, el aire y sol juegan a ser escultores y darle minuto a minuto una forma diferente a las dunas. De algún lugar dentro de mí, surge el deseo de formar parte de ese juego, quizás como agua, quizás como plantas, quizás como luna; una parte de mí quiere de alguna forma inmortalizarse junto a esas arenas que parecen poder con todo, esas arenas que parecen tragarse todo sin dejar rastro alguno.

        Pero lo que realmente me intriga no son los remolinos gigantes, ni las habilidades de escultor del viento, ni el poder ilusorio del sol que lleva a los hombres a ver cosas donde no las hay; admiro que el viento sea un verdadero escultor abstracto y sensual y que el sol sea el maestro ilusionista por excelencia, pero no son más que trucos muy bien logrados e inteligentes. No, lo que realmente me intriga es la arena: el poder infinito del minúsculo grano de arena. Lo realmente mágico y aterrador de todo no son los espejismos, no son los remolinos: es la forma invisible en la que grano tras grano se forma un inmenso paisaje árido. Es ese grano de arena inquieto que nunca se queda en el mismo lugar y que constantemente cambia el paisaje de forma imperceptible y sin aviso lo que captura mi atención.

        Día tras noche y noche tras día,  con la paciencia inmutable de aquellos que no conocen el tiempo, los granos de arena se dejan  llevar por el viento, tejiendo nuevos surcos, disolviendo y creando nuevas dunas, pero sobre todo, disolviendo los caminos tercos trazados por los hombres. Esos hombres quienes en su obsesión de medirlo todo, inventan medir los días y las noches encerrándolos en transparente cristal, creando la idea del tiempo en su afán de recordar momentos y eventos. Lo sorprendente es que a pesar de su encierro, desafíante como quien no tiene nada que perder ni que ganar, la arena se va de lado a otro, de arriba para abajo, con la constancia de un prisionero perpetuo, jugando sienciosamente con el sol y con la luna a dictar el paso del tiempo: juntos se divierten confundiendo las memorias y desvaneciendo los recuerdos mientras inmutablemente observan el paso de los hombres. ¿Quién imaginaría que un prisionero sería el perfecto dictador?

        De todas, esa me parece que es la mejor travesura: la habilidad invisible de desvanacerse en el tiempo. El único juego del cuál formo parte también, dejando rastro alguno.

NGB. DA20140429

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