Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20151018

Not so blue

Relato inspirado en Azul Oscuro, de Zurdok.

Por: Mariana Belloso






Mandy sale corriendo del auditorio. La clase se atrasó y debe apurarse para llegar al trabajo. Mandy es periodista y trabaja en la redacción web del periódico más prestigioso de la ciudad.

Corre por los jardines, la mochila en un brazo y varios papeles en el otro. La melena obscura y abundante se mueve a uno y otro lado. Viste botas cafés, falda azul y suéter celeste. Mandy quiere ser una chica formal.

Al entrar a la redacción saluda con prisa, sube las gradas y llega a la sala asignada para el área web. Lo primero que encuentra es la isla del IT Crew. Los chicos de soporte son sólo dos, pero se encargan de todo, desde el diseño y mantenimiento del sitio, hasta resolver los problemas con las computadoras y tabletas del equipo. Cada día, cuando Mandy llega, lo primero que ve es el espacio de trabajo del equipo de soporte. Cada día, al llegar, a la primera persona que ve es a Phillip.
Mandy se aparta la melena de la cara y saluda a Phillip con su mejor sonrisa. Él apenas levanta la cabeza para devolverle el saludo y continúa trabajando. Phillip es un poco mayor que Mandy. Se encarga de la programación y el back end en el sitio del periódico. Es serio y reservado, además de excéntricamente formal. Parece un escolar disfrazado de abuelo, cubierto de tweed.

A Mandy le gusta que lo primero que ve al llegar sea el rostro cuadrado de Phillip, su cabello negro, sus grandes ojos verdes tras las gafas de marco gris, y los tiernos labios enmarcados por una perenne barba com crecimiento de dos días. Le gusta mucho Phillip, quisiera ser diferente y animarse a invitarlo. Se conforma con quererlo de lejos.

Continúa hacia su escritorio cuando un brazo, fuerte como un tronco, la levanta por los aires. Se le cae la mochila, se le sueltan los papeles y ahoga un grito mientras Danny la carga hacia el módulo de al lado, donde está la recepción. Mandy ríe mientras Danny simula gruñidos y levanta a Kim con el otro brazo. Ambas protestan, se carcajean y tratan de soltarse. Las chicas son menudas pero Danny es fuerte y mide dos metros, parecen muñecas presas en brazos de un gigante.

Danny las suelta finalmente y se dobla de risa. Las chicas lo regañan y le reclaman su falta de seriedad, sin dejar de reír. El juego se ha vuelto un ritual matutino para los tres, siempre y cuando no haya jefes a la vista.

Phillip los observa, pero luego se hunde más entre el teclado y el monitor. Danny se sienta a su lado, aún riendo. Es el otro IT guy del sitio web, el especialista en diseño y front end. Rubio y alto, siempre con jeans gastados y camisetas, parece más un surfista californiano.

Mandy recoge sus cosas y va a su escritorio, mientras le dice a Kim que debe ponerse al día con sus clases. Ha faltado mucho y los profesores han preguntado por ella. Kim asiente con una sonrisa mientras recoge en un moño sus rizos rojos. No se toma muy en serio los estudios desde que trabaja allí. Mandy y Kim son compañeras en la universidad y aplicaron al mismo tiempo a plazas de reporteo en el periódico. Mandy logró un puesto como redactora web, pero a Kim la colocaron como recepcionista. Asistente operativa, dice su ID, pero la decepción es la misma.

Ordena su escritorio y mira a Danny, que corta pedacitos de papel para luego hacerlos bolitas y tirárselos a Mandy. Ríe y su rostro enrojece. Kim suspira. Ha pensado mucho en renunciar, en buscar un trabajo en una redacción y demostrarles a todos que puede ser una excelente periodista. Kim aprecia y admira a Mandy, pero desea mucho estar a su nivel y en esa oficina lo ve difícil. Quiere irse. Quiere irse pero la detiene Danny, el niño grande que provoca sus sonrisas a diario. Ve sus ojos azules y piensa en cómo le gustaría ser más interesante, para que se fijara en ella. Quisiera ser diferente e invitarlo a salir. Baja la vista y vuelve a suspirar. Se conforma con quererlo de lejos.

Danny se levanta y les recuerda que el domingo es el cumpleaños de Phillip, y les propone ir por unos tragos esa noche al salir de la oficina. Es viernes, y aquella ciudad gris olvida su opacidad los viernes en la noche, y se tapiza de fiesta.

Mandy se ha quedado callada esperando la reacción de Phillip ha levantado la vista y se ha quedado congelado, como un niño al que han sorprendido tratando de escapar de la escuela. Es Kim la que pone fin al momento incómodo. ¡Qué buena idea! Hace mucho que no salimos los cuatro juntos, les dice, con una sonrisa amplia y despreocupada.

Danny la ve y le palpita fuerte el corazón. Le fascina esa pelirroja alegre, le cautiva su forma relajada de ver la vida, su facilidad para la risa, la ternura de su mirada. Esta puede ser la noche, se dice, sólo para contestarse con amargura, claro, siempre dices que este será el día, trozo de cobarde bueno para nada, y al final es lo mismo, tú jugando al payaso, a hacerla reír. Danny quisiera ser más decidido, tener suficiente valor para tomarla en sus brazos con suavidad, pero con firmeza, robarle un beso y decirle que le encanta, que ya no quiere pensar en vivir sin su risa. Nunca ha llegado siquiera a intentarlo. La única forma en la que logra acercársele es con chistes y bromas, y se siente mucho mas cómodo cuando Mandy es parte de la charada. Se conforma con hacer reír a Kim. Se ha resignado a quererla de lejos.

Phillip ve a Danny y le dice que no había pensado salir esa noche. Mandy lo escucha y se le encoge el corazón. Danny se voltea y le da un manotazo, vamos, hombre, es tu cumpleaños, qué más regalo que la compañía de estas tres bellezas. Todos ríen, hasta Phillip. La cita ha sido acordada.

*****

Es la 1 a.m. y la tibia noche, las risas y el alcohol han hecho que vuele el tiempo. Están en el Heaven's Pub y han conseguido una de las mejores mesas, justo al lado del muelle, con vista a la bahía.

La luna se asoma a ratos entre el entramado de nubes que permite prever que aquel inesperado clima cálido es antesala de lluvia.

Pero mientras tanto, la neblina que comienza a asomar por el muelle es apenas la materialización de la magia de aquella noche. Se han divertido más de lo que esperaban. Hasta Phillip ha hecho chistes, se ha quitado la chaqueta de tweed y se ha arremangado la camisa para acompañar sus bromas con mímica. Mandy está fascinada, lo ve y cree soñar. De pronto la despierta, bajo la mesa, el roce de una mano sobre la suya. Se sobresalta y la aparta. Phillip la mira fijamente y vuelve a intentar tomarle la mano, ella vuelve a apartarla y lo ve con un gesto de espanto. Se excusa y se levanta de la mesa. Kim y Danny ni siquiera la ven, están absortos en su propio idilio platónico, en el imaginario heroico del supuesto amor no correspondido.

Phillip se levanta tras Mandy, la sigue, la toma del brazo y la ve con un gesto suplicante. Te quiero, le dice, y trata de besarla. Mandy se aparta sin saber por qué, tiene un millón de lágrimas atoradas en la garganta y no entiende de dónde ni por qué han salido.

Phillip también está al borde del llanto. Te quiero, le repite. Te quiero, y no sé cómo hacer esto. Yo tampoco, le contesta ella, con la voz quebrada: ya me había resignado a quererte de lejos.

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