Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20160706

La Coleccionista



Relato inspirado en Only Happy When it Rains de Garbage




Era una noche más en ese cuarto oscuro que solo ella conocía. En un rato tendría que salir y mostrarle algo nuevo a su audiencia, el reloj tocaba los segundos faltantes y la desesperaba ese silencio ansioso que solo le hacía darse cuenta de lo mucho que le faltaba una canción para llenar el vacío. Tendría que recurrir a su reserva. Eso le pasaba cada vez más a menudo y creía que los años eran el motivo.



Debía proteger su rarísima colección de la luz y los olores fuertes porque lo que se guardaba allí era demasiado valioso: solo ella podría darle uso. Un par de rayos de sol podrían fácilmente evaporar lo que guardaba con tanto primor. Una mala ráfaga de aire podría destruir la esencia de su tesoro. Sabía que los minutos contaban, así que se escurrió silenciosa a lo largo del pasillo, esperando que nadie la viera u oyera. Tomó la llave en sus manos y abrió la puerta que se quejó con un chillido, cerrándola a los pocos segundos. Tomó la lámpara cómplice de sus escapadas y con cuidado comenzó a buscar en los estantes, entre cientos de frascos de vidrio empañados pero delicadamente etiquetados.


"Fin de relación con X, 2002"
"Partida de Y, 1997"
"Encierro después de malas noticias con Z, 1999"
"Prueba reprobada 1, 2003"
"Pérdida financiera 23, 2010"
"Nacimiento de B", 1989



Hace veinte años, su abuela le había enseñado a guardar lágrimas. "Los ojos se cuidan solos. No hay necesidad de lavarlos ni limpiarlos porque ellos siempre lo van a hacer mejor y cuando de verdad sea necesario. Llorar te limpia por dentro y por fuera. Lo que tu ojo saca es eso que sientes adentro, gota por gota hasta que sale", dijo la abuela. Y así, sin una ceremonia especial, sacó un frasquito de vidrio y lo puso debajo de sus ojos  para guardar la primera muestra, regalándole sus lágrimas de alivio.



"Vas a tener que usarlas tarde o temprano, para olvidar o recordar, para llevarte de nuevo a ese momento en que tus ojos decidieron limpiarte. Déjalas que llenen tus ojos de nuevo para volver a sentir." 


La primera vez que abrió un frasco fue para componer su primera canción. Amaneció con una melodía insistente en la cabeza que le pedía poner orden a eso que su mente había procesado en sueños y que no terminaba de salir. Tomó uno reciente y lo vació en sus pupilas, esperando el milagro. Al principio, no pasó nada. Se preguntó si la abuela la había engañado y se reprochó a sí misma el haber creído esas fantasías de cuando era niña. Pasaron ocho, diez, quince minutos y nada. Al minuto diecinueve sintió que sus latidos eran más fuertes. Al minuto veintitrés comenzó la congoja. Y al minuto veintisiete, se había vuelto una Magdalena, con los ojos diluidos por el llanto. Entre suspiros, ahogos y una euforia purificadora final, había escrito estrofas para la canción que comenzaría con todo: las giras, los espectáculos y las salas llenas de gente que esperaban oír sus letras cargadas de emoción.



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