Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20160722

La escena del supermercado

Foto de Rodrigo Dada
relato inspirado en "Buenas épocas" - Ángel Gutiérrez
recomendación de Liza


No fue lo que pareció, pero tampoco fue un malentendido. Lo que sucedió en ese supermercado, cuando Jeff y su esposa, she has a name, regresaron del mar sin demasiado ánimo, pero era mejor ir hoy que amanecer mañana sin nada en la refri; esas cositas que se permitirían mientras no tuvieran hijos, una pequeña indirecta con la mano de ella sobre su vientre no faltó. Un beso, tranquilo, y ella se fue al pasillo de los lácteos y también a conseguir frutas y verduras; Jeff, él tendría que ocuparse del resto de las cosas en la lista, ¿dónde están esos putos filtros?

¿Cuándo había sido la última vez que vino solo? No puede pensar, no se acuerda, solo sabe que fue hace mucho y que quisiera cambiar *esta ida al súpe* por unas horas de Play Station, de todas formas Jaimie, the woman he married, había aceptado una unión matrimonial indirectamente con una consola, y nadie estaba engañado. Al menos, lo mínimo que podría hacer en este domingo sin soledad era aprovechar a comprar man things, su cera, su gillete, su whatever. Se perdió en un whatever y se quedó perplejo ante una promoción, 2x1, pero ¿cuál era el catch?

Jeff

Era la voz no de su wife, pero su ex.

Wow, long time no see… y él, tropezándose con su susto, hizo la pregunta retórica are you shopping?

The ex, ella se veía muy, muy bien y muy feliz, y hablaba, jalando una carretilla de las que son canastas en principio, pero tienen cómo jalar. Jeff y su atuendo de casado que va al mar la veían, y parecía escucharla con atención e interés, pero era todo una mentira: Jeff veía el cabello despeinado que ella solía tener y su carita pálida en ese rostro más bronceado, con pelo más ordenado. La noche que se conocieron ella ni siquiera podía escribir su nombre, I can’t spell my name, y él no sabía cómo llegar a su casa. Deambularon hasta que se les bajó lo que habían tomado con un delicioso burrito callejero y rieron de un ataque de hipo y se volvieron a presentar, I’m Jeff, by the way.

Y en ese pasillo con luz de hospital afuera del hospital, Jeff veía las acciones deliberadas que los unieron, acordándose de verla vistiéndose para ir a la universidad y pensar no, ella no se va a ir de mí, ella es. El piercing que ahora ya no tenía, que ya no se ve en ese supermercado, era nuevo y no había sanado, pero sanó. Los acompaño a viajes de una hora u dos en carro y a fiestas y a domingos empiernados en la cama, ¿por qué te fuiste?

Jeff, Jeff… No por nada te casaste. La voz de la razón sacudió la cabeza de Jeff en ese súper, sin que nadie se diera cuenta. La vació entonces de la voz de las ganas que querían aferrarse a las buenas épocas. Recordó las acciones no deliberadas que los separaron y sintió los brazos del tiempo alejarlos. She’s great, but… podemos seguir cada quien por su lado y le faltaba buscar champú y no sé qué más está en esta lista.

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