Cuando la música se convierte en inspiración

Cuando la música se convierte en inspiración y la inspiración se transforma en historias es cuando nace Non-Girly Blue.

Somos un experimento literario conformado por mujeres amantes de las letras y la música. Cada quince días nos alternamos para recomendar una canción sobre la cual las demás non-girly blues soltamos la imaginación y nos inspiramos para escribir... escribir relatos, historias, cuentos, personajes y a veces hasta poemas. ¿Y por qué no pues?

[Publicaciones y canciones nuevas cada quince días]

20141230

La Hermosa

Relato inspirado en "Jeremy" de Pearl Jam 


El hombre es el único animal 
que come sin tener hambre, 
bebe sin tener sed 
y habla sin tener nada que decir.
- Mark Twain



Desde su torre y su trono, pensó en cómo hacer que nadie lo olvidara. No, nadie jamás lo olvidaría. Sólo él, el príncipe desollado conocía la verdadera historia. Les enseñaría humildad, les enseñaría a apreciar, a alabarlo. No, glotones como eran, no apreciaban nada, esos pedazos de escoria que tenía por súbditos no lo sabían apreciar, siempre habían visto las nubes, siempre habían tenido prados verdes. Pobre alma perdida, pobre alma. Con ella empezaría de nuevo y les daría un comienzo libre de pecados, libre de gula, libre de ambiciones, puro y limpio. No sabían qué era necesitar nada, lo tenían todo, pero él les enseñaría. Les enseñaría a respetar, a obedecer y a trabajar para vivir como él lo había hecho. Nunca se habían dormido entre la ceniza, no conocían el miedo al mañana. La tierra generosa les había dado demasiado. ¿No había dejado todo por gobernar? ¿No veían ellos acaso su esfuerzo en su cara? ¿No veían cuánto había dejado a un lado para este Reino? No, no lo veían, sólo pedían, sólo extendían las manos para más, no sufrían.


Pobre alma, pobre alma perdida. Era perfecta. Tomó su mano sin peso, sin calor.


Caminó hacia el final del cuarto del trono, donde estaba solo. Sacó la llave que nadie sabía que tenía. Vio la puerta, acariciándola como a una amante nueva y lentamente, la abrió. El hierro se lamentaba. Se acostumbró a la oscuridad en un momento y se arrodilló. Ella se arrodilló con él.


Este era un trono que nadie recordaba, detrás del suyo. Su Hermosa, su Magnífica estaba siempre allí, oculta. Sus labios secos y mandíbulas huecas no sonreían, sus rodillas salían de sus piernas, su piel fina como el papel, escamosa y suelta, colgaba en hilos finos y largos. Sus ojos hundidos miraban a la nada, inmensamente vacíos. Un rastro de algo que debió haber sido una cabellera algún día reposaba sobre su cabeza. Algunos dientes todavía se mantenían, no tenía más que costillas en su torso. En todo su espanto, era siempre su Hermosa. Le debía mucho.


 Nadie te recuerda, Hermosa. No temen tu nombre como yo. No conocen tus regalos como yo. No te aman como yo. Les mostraré tu rostro, Hermosa. Yo les daré algo que recordar. No me olvidarán, no nos olvidarán. No nos puedes dejar ahora. Esta tierra te necesita.

 Mis huesos están cansados, Desollado. No tengo intención de dejar un legado. Me diste tu piel pero yo ya no tengo nada que dar. 

 ¿No tienes intenciones ni nada que dar? Deberías. Míralos, retorciéndose como puercos, engordando a sus anchas. No mencionan tu nombre, no te respetan como yo. Llenan mis tierras de hijos inútiles, parásitos, piden más, quieren más, no respetan nada, no te respetan a ti. No tiemblan con tu nombre. ¡Tienes que verlos, dan asco!

— Muéstrame. ¡Muéstrame!

— Ve por ti misma, Hermosa. Míralos. ¿Ves cómo dejan mis prados? ¿Ves cómo no agradecen? ¿Su ingratitud no te ofende? No aprendieron de mi ejemplo. ¡No te conocen!

— ¿Qué quieres que haga, Desollado? Mis días están contados, ni siquiera yo soy eterna.

— Dales alguien a quién respetar conmigo, Hermosa. Dales un legado. Deja que alguien siga tu labor, deja que alguien siembre gratitud en sus almas, dales algo qué temer. Tengo a tu perfecta sucesora. Hay tanto que les puedes enseñar, Grandiosa. Tu poder no tiene que morir contigo. 

— Me complace que vengas a despedirte, Desollado. Tuve mi época de gloria. Soy una anciana y mi Gran Era ya terminó.

— La desolación se puede convertir en arrepentimiento, Hermosa. Debes enseñarles. Esta puede ser tu Hija, ella ha sufrido lo mismo que tú, el mismo rechazo, dejada a un lado por todos, un alma sola y miserable que ha vivido de la nada. Tómala. Tus regalos serían una pérdida para el mundo, para esta tierra. ¿Crees que estos cerdos te conocen? ¿Quién regresará las cosas a su estado más puro sino tú? Míralos, mira ese exceso... ¡Míralos! Míralos en mis ojos. 

— Esa abundancia, tanto verdor... Tanto, tanto... ¡Es repugnante! ¡He pasado fuera demasiado tiempo! 


En lo que parecieron mil años, una silueta se movió detrás del Desollado.


— Acércate, pequeña. Sí, te veo bien... Me veo en ti. Viviendo de nada, rechazada, sola y voraz. Sí, tú seguirás cuando me vaya. Tu sangre se hará polvo, tus huesos serán visibles, todo el brillo de tu piel se apagará y temerán tu nombre. Los harás entender, conocerán la gratitud que han olvidado. Les darás la lección más valiosa de sus vidas. Temblarán al verte, llorarán hasta secarse y eso te alimentará. 

— ¿Cómo sabré qué hacer?

— Tu reinado es lo que este mundo necesita. Junto al Desollado limpiarán esta tierra de toda la porquería que se ha extendido en mi ausencia. Asolarás la tierra desde su interior, tomarás todo y te llevarás la abundancia, los harás arrepentirse de sus pecados. Su vacío será tu plenitud. Sorberás la vida y el verdor. 


— ¿Cómo te llamas, Madre? 


— Ve y enséñales mi grandeza. Ayúdale a tu príncipe. Tengo muchos nombres: Limos, Fames, Hambruna. Escoge el que quieras. 

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