Escrito por: Ivonne Veciana
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Anoche me costó dormir. Siempre he tenido al insomnio como compañero de cama; pero anoche estaba particularmente grave. Quizás porque bebí una taza de café en la tarde y el café puro después de las 2 pm me produce el triple de problemas para dormir.
En fin, logré conciliar el sueño pasada la una de la mañana. Comenzó a llover y usualmente eso me ayuda. Creo que la lluvia de madrugada me recuerda a la casa de mis abuelos donde pasé un par de años de mi infancia. Recuerdo el olor de las galletitas de mi abuela, los sonidos que salían de la oficina de abuelo donde daba consultas y hasta la calma de una calle secundaria donde en esa época no transitaban muchos autos, solo personas a pie con su canasto del mercado bajo el brazo sin miedo a ser asaltados.
Escribir sobre mis sueños nunca ha sido fácil. Suelo repetir muchas escenas de un sueño y luego las reproduzco en otro sueño. Puedo levantarme, volverme a acostar y retomar el sueño exactamente donde lo dejé y otras veces escribo en una libreta que dejo a propósito sobre mi mesa de noche para anotarlos, y al día siguiente no recuerdo absolutamente nada de lo que estoy leyendo.
Mis sueños son muy reales: si sueño que corro o voy huyendo me levanto asustada, agitada y con la certeza que hay alguien debajo de la cama. Si sueño con mis abuelos (ya fallecidos), despierto sintiendo su olor, si en el sueño lloré, al levantarme me seco las lágrimas y veo la almohada con un círculo mojado. Y el colmo: he soñado que no puedo dormir.
Mi madre cuenta historias del peor período de insomnio que he tenido en la vida: la adolescencia. Supongo que entre el trastorno de sueño heredado, las hormonas de la época y las presiones imaginarias que uno solito se impone para sentirse grande y dejarse de ver en el espejo a ese ser humano que ya no es ni pollo ni gallo.
Ella y yo dormíamos en habitaciones opuestas. Cuenta que una vez escuchó la puerta de mi cuarto, mis pasos por el pasillo, abrí la puerta de su cuarto y ahí me quedé viéndola. Ella se despertó asustada pensando que algo me pasaba, me preguntó varias veces si estaba bien; pero nunca respondí. Se levantó de la cama y dice que me tronaba sus dedos en mi cara para que reaccionara. Yo estaba con los ojos abiertos sonriéndole. Me tomó de la mano y me llevó de nuevo a mi cama, me arropó y regresó a su cuarto pensando a cuál de sus amigos médicos podía preguntarle por semejante episodio.
Otra noche, cuenta que me escuchó gritar en mi cuarto: "¡puta! ¡no me importa!"... entró para preguntar con quién estaba peleando y me vio profundamente dormida.
Anoche -por ejemplo- soñé con dos ballenas. Una negra parecida a las orcas y una totalmente blanca, como una jorobada albina. Ambas nadaban al lado de la otra en un río, no en el océano. Era un río turbio, de agua café y una velocidad increíblemente rápida. Ellas iban cerca de la orilla derecha y solo alcanzaba a ver sus dorsales haciendo olas.
Recuerdo que yo las veía desde arriba, esperaba que sacaran la cabeza del agua para verlas. Sentía que necesitaba verlas; pero alguien me llamaba. Tenía la prisa de irme rápido; pero no quería perderme la oportunidad de saber que esas dos ballenas estaban bien y que llegarían seguras al mar.
Había bebido mucha agua antes de acostar, así que en la madrugada tuve que levantarme. recuerdo haber pensado "ojalá pueda verle la cara a esas dos". Me volví a dormir; pero el sueño que retomé fue otro:
Estaba en una terraza de un edifico alto; pero era realmente un jardín inmenso, como si el Central Park estuviera en una azotea. Venía caminando de la mano de un hombre a quien nunca le vi la cara me él venía cantando y yo burlándome de su acento en inglés. Nunca distinguí de dónde era.
Fue algo que comencé a soñar en enero y me había pasado en la cabeza solo un par de veces, nunca pensé que le daría secuencia a esa escena cuando esperaba retomar a las ballenas.
Ambos de la mano nos acercábamos a una vendedora de flores que las tenía al lado de un camino donde pasaban muchos corredores y madres paseando a sus bebés. Cada vez que estaba a punto de verle la cara, me despertaba.
Y ni hablar de cuando sueño con mi abuela. La madre de mi madre fue una mujer con exceso de pantalones para su época y con exceso de sazón en sus comidas que siguen siendo legendarias. Cuando sueño con ella siempre intercambiamos recetas o me da consejos de lo que sea que me pasa en mi vida actual. Creo que ella es mi angel de la guarda porque de otra manera no me explico cómo sabe exactamente qué decirme cuando me la encuentro en sueños.
Cuando más me cuesta dormir, es cuando más tangibles son mis experiencias oníricas en ese plano que no termino de aprender a manejar. No es un tema fácil para hablar con cualquier persona porque siempre me sonríen con un poco de ternura pensando "toma leche caliente y nos vemos mañana".
Creo que es poca la gente que le pone atención a su inconsciente en ese estado , vulnerable; pero real. Son pocos los que se toman en serio las señales, mensajes, desahogos y temas no resueltos en sueños, como reflejo de lo que pueden hacer mejor cuando están despiertos.
Salir a correr 4 Kms. antes de dormir me está ayudando para que mi cerebro descanse mejor por la noche; pero los sueños siguen y a veces el insomnio es más fuerte que el ejercicio físico. Así que les iré contando por aquí cualquier otro sueño. Y si tienen alguna interpretación que quieran compartir, es bienvenida.
Feliz noche.